Mons. Eusebio realizando el Signo de la Cruz con la cenizas a los feligreses.
Por: José A. Velázquez
Para: EL Visitante, Prensa para la Paz
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El
pasado miércoles, 13 de febrero de 2013, se inició el Tiempo Cuaresmal. En este
tiempo, con espíritu renovador y misionero,
y en el Año de la Fe y en el marco de la Nueva Evangelización, la Diócesis de El Yunque invita al pueblo
cristiano a caminar con fe hacia la conversión.
En la mañana, fieles de la Comunidad Catedralicia de Fajardo se
congregaron para iniciar este tiempo
litúrgico, junto a su Pastor y guía de la Diócesis, S.E.R. Mons. Eusebio Ramos
Morales, quien presidió la Celebración Eucarística. Acompañado por el Rvdo. P. Antonio Marrero,
Rector, y los diáconos, José A. Ríos Soto y Ángel Ramos Vélez, el Obispo, inició la Liturgia invitando al
Pueblo de Dios a la oración por el Santo Padre, Benedicto XVI, y por la
Iglesia, en momentos, en que ésta
entraba en un proceso de transición de gran envergadura, para sí misma y para el mundo.
Les
habló a los feligreses sobre este proceso de la renuncia del Papa al Ministerio
Petrino, inaudito y sorprendente, pero,
totalmente coherente con una mente sabia, colmada de paz, de profunda comunión
con Dios y de un amor fiel y extremo a la Iglesia de Jesucristo,
Nuestro Señor. Les recordó, que,
Benedicto XVI fue el que erigió a
la Diócesis de Fajardo-Humacao
(11 de marzo de 2008) y creador de este Episcopado para el Este de Puerto
Rico. Por tanto, les invitó a todos a
unirse en oración de acción de gracias por el Santo Padre y a pedir al Espíritu Santo que le guiara en los últimos días de su Pontificado para que mantuviera la paz, la
alegría y la salud. Al mismo tiempo, les
recordó, que, era momento para todo el
Pueblo Católico, de unirse a sus
Pastores y orar intensamente, pidiendo al Espíritu Santo que acompañe a la Iglesia
en este proceso de transición y suscite un próximo Sucesor de Pedro,
acorde a los tiempos, y a los
desafíos y retos de la Nueva Evangelización.
Luego,
el Obispo, les hizo un llamado a la conversión, solicitándole, que,
aprovecharan el tiempo cuaresmal para
transformar sus mentes y
corazones. Era urgente en Puerto Rico, que, los cristianos
revivieran su bautismo en Cristo Jesús,
y como verdaderos discípulos misioneros,
vivieran su fe con espíritu
testimonial en el seno de los hogares,
en cada una de las comunidades parroquiales inmersos en la sociedad
puertorriqueña. Así, les señaló:
“Nos urge una transformación amplia de
estilos y hábitos de vida, que, nos mueva a salir de la violencia, del
individualismo, de la indiferencia y corrupción
social y moral, para encaminarnos, como personas y como pueblo, en una
agenda común de reconciliación y de reconstrucción de la sociedad
puertorriqueña. Pero, sin corazones y
mentes nuevas no hay hombres ni mujeres nuevas. Sin corazones
nuevos no hay verdaderos
discípulos misioneros. Por eso, les digo, que, la Nueva Evangelización comienza en el corazón y que, es urgente
caminar con fe hacia la conversión”.
Luego, se impuso las cenizas al Pueblo de Dios y la Liturgia continuó
como de costumbre.
Posteriormente,
el Obispo, se trasladó hasta la sede de las
Oficinas Centrales del Departamento de Corrección y Rehabilitación, en Hato
Rey. Allí, acompañado por el Rvdo. Diácono José Manuel Sánchez
Márquez, Director de la Capellanía Católica en este Departamento, el Obispo, también, presidió la Eucaristía e impuso las cenizas a
un nutrido grupo de empleados y voluntarios de la Pastoral Penintenciaria
Católica. En esta ocasión, Monseñor Eusebio, fue recibido por el Honorable Secretario de Corrección, el Lic. José Ramón Negrón Fernández, y un
grupo de empleados y oficiales de está instrumentalidad gubernamental; y otros
empleados del Departamento de Educación, para participar de la Santa Misa.
Al
iniciar la Santa Misa, el Obispo, como parte de la invitación al Pueblo a
entrar en comunión, oración y penitencia, proclamó su lema diocesano: “Nueva
Evangelización, es caminar con fe hacia la conversión”. “Que este proceso de conversión nos levante
como pueblo y como País. Que nos
convierta en ‘piedras vivas’, para afianzar la fe de nuestros hermanos en el
Año de la Fe”. Añadió: “los cristianos tenemos que ser luz
del mundo y sal de la tierra. Que la ceniza que recibimos con el signo de la
Cruz, sea signo de verdadera conversión, y penetre en nuestras mentes y en nuestro corazones”.
En
su homilía para esta nueva asamblea, el
Obispo, les invitó a iniciar la Cuaresma
en torno al Año de la Fe, y vivirla con ansias de conversión y anhelos de
vida. Una vez más, aprovechó la ocasión
para orar por Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, y por el proceso de
transición que la Iglesia Universal enfrentaría, tras, éste culminar su Ministerio Petrino. Además,
reconoció, que, esta gran lección papal nos
tenía que servir a todos de estímulo y
aprecio por la vida, y
de testimonio de fe y de esperanza. “Cuando
las fuerzas nos flaquean, el cansancio y el agotamiento se hacen evidentes,
reconocerlo y asumir las consecuencias
de esta realidad, es tarea genuina de
hombres y mujeres, sabios y valientes”, resaltó.
Luego, recordó, que, el Papa Benedicto era el que había proclamado el
Año de la Fe y el que había convocado a
la Iglesia a una Nueva Evangelización,
invitándonos a todos a orientar
nuestras vidas desde la fe, por la fe y hacia la fe en Cristo Jesús, Hijo de Dios y hermano
nuestro, quién vino para salvarnos desde
la Cruz.
Al continuar su mensaje, les
dijo, que, en este tiempo cuaresmal, la palabra más mencionada era
“conversión”. Preguntó: ¿qué significa
esta palabra? Hizo referencia a algunas
definiciones ordinarias de la conversión. Acto seguido, subrayó: “Pero, cuando
entramos en el Evangelio, la palabra conversión, toma un sentido empírico
profundo, a lo que San Pablo le llama, ‘cambio de mente y de corazón’, conocido como metanoia. Es decir, se trata de un cambio desde adentro, profundo, que,
produce nuevas acciones, nuevas mentalidades y nuevas formas de ser y de actuar”.
Mientras, que, “para el Apóstol
San Juan, es a salir de las
tinieblas y del pecado para ver con el corazón. Es descubrir otra realidad a la luz del Espíritu y ver, desde adentro, para abrazar la fe en el
que es la Luz del
Mundo y Camino, Verdad y Vida:
Jesucristo, Nuestro Señor y dador de
Vida”.
Por tanto, “la conversión, que,
se nos pide en este tiempo cuaresmal, nos debe llevar a abandonar al
hombre viejo, a la mujer vieja, y a
todo tipo de esclavitud, de
injusticia, de egoísmo, de odio, para
pasar al hombre nuevo, a la mujer nueva, con corazón nuevo y mentalidad
nueva. Para, así, convertirnos en verdaderos hombres y mujeres de fe, y en auténticos discípulos misioneros, forjadores
y testigos de una Nueva Evangelización. Realmente, se trata de un nuevo
nacimiento. A esto, se refería Jesús
cuando le habló a Nicodemo: ‘tienes que
nacer de nuevo’. Cuando decimos, caminar
con fe hacia la conversión, es
disponernos, desde adentro, a transformarnos en criatura nueva y con una mente libre para amar y servir a
Dios, y al prójimo, con el corazón
liberado de odios, hipocresías y
violencias; y capaces de vernos
iguales y al servicio de los demás.
Pero, hermanos, esto es sólo posible
con el encuentro amoroso y misericordioso con Cristo Jesús, quién, con
su Espíritu nos recrea, nos transforma y nos renueva”, subrayó.
Continuó en su mensaje, Monseñor Eusebio, resaltando, que, “existe una necesidad de conversión
en nuestro Puerto Rico, al tener una sociedad llena de egoísmo, de corrupción moral y social, y de injusticias. El drama de nuestro País, lo tienen ustedes dibujado en el rostro de nuestra población
penal, con las cárceles llenas, especialmente, de jóvenes que vienen de hogares
y familias desarticulados e inestables;
o de ambientes marcados por las injusticias, la violencia y la marginación
social. Hoy, con la cultura del tener y del culto a las modas y a la
superficialidad (el secularismo y
relativismo, que, tanto nos ha advertido el Papa Benedicto), nos estamos vaciando de Dios. Por tanto, nos estamos vaciando de trascendencia, de
amor, de libertad, de interrelación, de
comunión fraterna y solidaria, y de
espíritu. Pero, estos elementos que nos
identifican y definen como seres humanos, viene de Dios y marcan
nuestra integridad y dignidad humana.
Cada vez más, nos materializamos más
y nuestras vidas comienzan a girar en torno a nosotros mismos, excluyendo a Dios y a los demás. Es urgente
caminar con fe hacia la
conversión, y encontrarnos con Jesús.
Nuevamente, con voz profética, cuestionó: ¿Por qué la violencia nos ha atrapado como pueblo y sociedad? ¿Por qué
la familia, espacio sagrado que proviene de Dios para la vida misma, hoy se ve
cuestionada y amenazada, y se pretende
describir al margen de los valores cristianos ? ¿Por qué, tantos niños vienen al mundo sin ser
amados, ni abrazados por la entrega y sacrificios, que,
se supone que lo hagan sus
propios padres y la sociedad, en
general; y muchos son abortados,
abandonados o dañados,
posteriormente? ¿Por qué nuestros
ancianos, luego de sacrificarse en la vida por sus hijos, muchos de ellos
terminan aislados o abandonados por sus seres queridos, como si fueran meros
residuos? Cuando las respuestas
a estas preguntas nos lleven a la
conversión, como personas, como pueblo,
como sociedad, y como Iglesia, entonces,
se iniciará la Nueva Evangelización y estaremos en camino a construir un pueblo nuevo, una sociedad nueva, amando a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo,
como a ti mismo”, puntualizó.
Al finalizar la celebración litúrgica,
Monseñor Eusebio agradeció al nuevo Secretario, Licenciado Negrón
Fernández, por la acogida y disponibilidad para que se celebrara
la Eucaristía en el inicio de la Cuaresma. También aprovechó la ocasión
para expresarle su disposición personal
y de la Iglesia, para trabajar, mano a mano, con la rehabilitación de los
Confinados y sus familiares, para construir un mejor País para todos.
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