Fondita San Vicente de Paúl en Patagonia: Oasis de
amor y acogida para los necesitados
La Fondita San Vicente de Paul, ofrece servicios a cientos de personas de escaso recursos económicos y sin hogar. |
Por: José A. Velázquez (Fotoperiodista)
Javier Lebrón (Camarógrafo)
Millie González (Servicios de Medios)
Para: El Visitante, Prensa Para la Paz
La Fondita San
Vicente de Paul de la Capilla San Martín de Porres, Barriada Patagonia de Humacao, se ha convertido en un oasis de amor y de servicio para los más necesitados, tales, como personas sin techo, enfermos y ancianos. Todos
los días, voluntarios de la Parroquia María Reina de la Paz en Humacao, se levantan temprano y acuden a la Fondita
San Vicente para preparar los alimentos, que, ofrecerán, posteriormente, a miembros de esta población indigente que se
acercan a su comedor, repleto de amor y
de esperanza. Así, lo describe el Sr.
Jesús Martínez, quien, dirige esta obra
social, junto a una batería de voluntarios de esta Parroquia. Este grupo de feligreses se dedica, con alma, vida y corazón, a prepárales todos los día el desayuno y los
almuerzos a todo aquel, que llega hasta allí.
La Fondita San
Vicente de Paul comenzó en el año 1999, a través del gesto caritativo del matrimonio de Emiliano Vázquez y Eulogia Rodríguez. Esta pareja, comenzó a utilizar su propio hogar como lugar de acogida a deambulantes
y drogadictos de Humacao, quienes venían
a desayunar con ellos todas las mañanas.
Encontrándose con esta realidad, el
Padre Mauro Simpson, OSB, y el Señor
Sadot Santana, presidente de la Sociedad
San Vicente de Paul de Humacao,
decidieron apoyar esta experiencia y darle forma, desde la Pastoral
Social de la Iglesia. Para encausar la
experiencia, apropiadamente, buscaron la asesoría de Padre Eusebio Ramos
Morales, que, fungía en ese momento como
párroco de la Parroquia Dulce Nombre de Jesús en Humacao. Otros voluntarios,
incluso, de la Parroquia Dulce Nombre de Jesús,
se unieron a la experiencia, entre éstos: Rafael Pérez y su esposa
“Lilí”. Así, nació la Fondita San Vicente de Paúl, como fue nominada, la cual se ubicó en
un “saloncito”, anexo de la Capilla San Martín de Porres en la
barriada Patagonia. Desde aquel momento hasta
hoy, este Centro de Obra Social brinda
servicios de alimentos a más de ciento sesenta personas de bajos recursos
económicos, deambulantes y enfermos.
Para los
esposos Jesús Martínez y Olga Carrasquillo, la experiencia es bien
gratificante y evangelizadora. En oración, se preparan todos los días para
atender con generosidad y buen trato a las decenas de deambulantes del área,
que, se presentan para recibir sus desayunos.
Así, nos comenta esta pareja: “Esta experiencia que se da aquí, todos
los días, es muy enriquecedora espiritualmente, para ambos y para la
Comunidad. A través del servicio y la
ayuda que ofrecemos, sabemos que estamos evangelizando, compartiendo y viviendo la Palabra de Dios,
que, nos dice: ‘tuve hambre y me diste de comer’. Esto nos lleva a
identificarnos y a servir a las personas
que nos visitan, con mucha alegría
y mayor empeño, cada día”. Recordamos, que, muchos de ellos son
rechazados y marginados con frecuencia,
simplemente, por su condición social”.
Don Jesús, nos
compartió, que, los servicio que ofrece la Fondita, no se limitan a dar solo
alimentos a los que llegan. EL Proyecto se ha desarrollado para ampliar sus
servicios y llevar alimentos a hogares con
enfermos y encamados. Con éstos,
encontramos otra oportunidad para
dialogar y compartir con ellos, aliviándoles muchas veces
de la soledad. “Los servicios que se brindan, desde, La Fondita San Vicente hacia
la Comunidad, responden a la necesidad que tienen muchas familias. Hay familias que buscan ayuda y no
la encuentran en otras esferas. Es ahí
donde se presenta la gran oportunidad para los cristianos de hacernos sentir como Iglesia, viva y
misionera. Añadió, que, al principio se
servían 150 porciones de comidas, por semana;
hoy, se sirven más de 500 semanalmente”. El Sr. Martínez
explicó, que, durante estos últimos años, el número de enfermos encamados ha
aumentado, al igual, que los deambulantes y adictos a sustancias controladas. Destacó, que, son muchos los que llegan en
busca de un remanso de paz. Por eso,
entendemos que ya, se ha creado como una familia; una familia, que recibe el amor y el trato digno que se
merece todo hijo de Dios”.
Una de las
personas que hace posible este trabajo, misionero y pastoral, son las voluntarias que trabajan en la cocina.
Este el caso de Carmen Maldonado, quien lleva colaborando catorce años, cocinando alimentos para los más
necesitados. Ella expresó, que, durante
todo ese tiempo ha aprendido a amar y
acoger a toda clase de personas, sin importarle su condición o estilo de vida, y que le han ayudado a crecer en su propia fe cristiana. Una de las participantes y
beneficiada de este servicio pastoral es
la Sra. María Rosado, que, a pesar de sus condiciones de salud y apoyándose de
un bastón, llega cada mañana a desayunar a la Fondita San Vicente. Nos relató, la Sra. Rosado, cómo fue su experiencia desde joven en el
mundo de las drogas y desde esa triste realidad, perderlo todo. Manifestó, que, desde que llego a la Fondita,
descubrió a personas, que, de verdad
aman y se preocupan por los demás. “Este espacio que hay aquí, me ha permitido
sanar muchas heridas de mi vida, ver a otros como yo, y poderle animar, y hasta
incluso, orar con ellos. Ciertamente, lo
que me ha pasado a mí, no fue por falta
de consejo, sino, porque me había apartado de Dios; por eso, no dejo de darle
gracias por esta gente linda que te valora como ser humano”, dijo, con voz entre cortada.
Para el Padre
Fredo André, sacerdote haitiano que se
ha unido a la Diócesis de El Yunque y
que trabaja en la Parroquia, María Reina de la Paz, nos expresó, que, “estas obras son experiencias de amor y
de vida, muy valiosas en la Iglesia, desde la Iglesia y hacia la Iglesia, y nos
llenan de fe y de esperanza en el trabajo misionero y pastoral. Trabajamos y somos parte de una Diócesis Misionera. Estos trabajos son los que nos identifican y
nos mueven a salir al encuentro del enfermo y de los adictos. Este trabajo se convierte en terapia de
reconciliación y sanación para voluntarios y participantes. Algunos recuperan
la dignidad de sus personas y hasta la alegría de vivir. Además, para
nosotros, sacerdotes y líderes de la Iglesia, tenemos que aprender, que, por
esto es que el Señor nos va a preguntar:
¿cuántas veces me diste de comer o
de beber, o me viste enfermo y moribundo, y fuiste a visitarme o a
vestirme? Invitó a todos sus hermanos
sacerdotes y comunidades parroquiales a que valoren estas acciones de la Pastoral Social, que, permiten
descubrir a Jesús, sanar y dar vida en su nombre”.
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