Jóvenes
en camino hacia la Pascua
Alrededor de 93 jóvenes participaron del retiro en preparación al Sacramento de la Confirmación en la Casa de Retiro Salesiana en Aibonito. |
Para el Visitante, Prensa para la Paz
Diócesis de Fajardo-Humacao
La Pastoral de
Catequesis de la Concatedral Dulce Nombre de Jesús, en Humacao, realizó el Retiro
de jóvenes para prepararse para recibir el Sacramento de la Confirmación
durante la Pascua. Este se llevó a cabo en la Casa de Retiros del Seminario Salesiano,
en Aibonito, del 1 al 3 de marzo. En
este Retiro participaron los jóvenes de la Pastoral Juvenil de la Concatedral y
el Ministerio de Música “En Tu Nombre”,
de la Parroquia María Auxiliadora de la
Península de Cantera.
En la frescura
y el verdor de las montañas de esta Casa de Retiros, en ambiente sereno y de tranquilidad, este
grupo juvenil de noventa y seis adolescentes recibió la Catequesis para
prepararles para el Sacramento de la Confirmación, que, recibirán próximamente.
Los temas de esta Catequesis giraron en torno al Discipulado Misionero, a la
luz del Documento de Aparecida y del Plan Diocesano de Pastoral de la Diócesis
del El Yunque. Con esta reflexión,
se buscaba formarles en los principios y valores
cristianos, que, nos reclaman el Año
de la Fe y la Nueva Evangelización,
ante los retos y desafíos que enfrenta nuestra sociedad puertorriqueña. El Rector de la Concatedral, Rvdo. P. Floyd
Mercado Vidro, quien se dirigió a los jóvenes al empezar el Retiro, les animó a vivir la experiencia con intensidad
y a
conocer a Jesús con mayor profundidad y pasión, para que brote en sus corazones la llamada al
discipulado misionero.
Siguiendo el
lema cuaresmal de la Diócesis, “Nueva Evangelización es caminar con fe a
hacia a la Conversión”, se les presentó a los jóvenes diferentes escenarios,
a través de dinámicas y reflexiones, para
vivir la comunión y la confraternización, unos con otros. Los jóvenes tuvieron la oportunidad de conocer y reflexionar sobre el itinerario
catecúmenal de los primeros discípulos del Señor, en sus diferentes etapas:
elección, llamado, conversión, formación, seguimiento y envío misionero. Uno de los recursos, el Padre Franklin Santana,
además, de formarles en este itinerario catecúmenal, también, compartió con
ellos su propia experiencia vocacional. El Padre Franklin les habló de su llamado por
parte de Dios y sus inquietudes y
preguntas, ante la vocación sacerdotal. Así, les confesó: “soy
sacerdote porque, Dios, es insistente y nunca se cansa se llamar. Cuando recibes y participas de sus Sacramentos, Él, te está llamando”, puntualizó.
Otro de los
recursos, el joven Celso Eloy Intriago
Cádiz, les habló de la conversión. Sobre este tema, les señaló la necesidad de
cambiar de actitudes y de hábitos que
esclavizan y nos separan de Dios y de
los demás; a veces, de los propios seres queridos. En cuanto a la realidad de dolor y
sufrimiento que viven muchos jóvenes, les exhortaba a darles otra dirección a sus
vidas. Les invitaba a ser forjadores de una sociedad diferente y a
reencontrarse con Jesús, Señor de la Vida, quien ama a los jóvenes y les tiende la mano para
levantarles de sus caídas. Terminó,
compartiendo con ellos algunas de
sus propias experiencias de fe y de encuentro con Jesús. “Quiero expresarles, que, desde el momento en
que conocí al Señor, me di cuenta que mi vida tenia que tomar otro rumbo. Que mis actitudes y acciones hacia los demás,
tenían que ser diferentes. Hoy, doy gracias al Señor, por su amor y su perdón”.
Así, entre
reflexiones, charlas, cánticos y oraciones, se fue llevando a cabo el Retiro. La alegría y el
compartir de los jóvenes seguían en aumento, mientras, eran acompañados por el
Equipo de Formación y el Ministerio de
Música, para animar la participación. De
esta forma, se iba creando un ambiente
fraterno, colmado de respeto, de reflexión y revisión de vida, donde se
gestaba la fe y la esperanza
entre los participantes. Algo, que se
iba manifestando, era la necesidad que
tienen los jóvenes de estos espacios en las comunidades parroquiales.
Como parte de
la dinámica del Retiro, también, los
jóvenes realizaron un viaje a la
historia evangélica, para recrear “los
pasos del Apóstol San Pablo”. A través
de esta actividad, los jóvenes compartieron, unos con otros, la conversión de San Pablo,
su encuentro con Cristo Resucitado, su transformación espiritual y su
misión apostólica con los gentiles. Muchos, al describir la experiencia, decían: “Si el
Señor lo hizo con él, también, lo puede hacer conmigo. Todos estamos llamados a conocer a Jesús”. Otros, simplemente, se sorprendían de la
manera en que Pablo actuaba antes de su conversión y otros, compartían
las implicaciones y consecuencias que se
producen cuando Jesús sale a nuestro encuentro, despertándonos a la fe, y llamándonos a seguirle. Concluían, afirmando la necesidad de que
broten jóvenes, transformados por Jesús, que se conviertan en apóstoles que
anuncien y testifiquen el Evangelio.
Unos de los
momentos más emotivos, se dio al
culminar el Retiro con la celebración de la Liturgia Eucarística, donde, los jóvenes se encontraron con sus Padres durante
la Clausura. La Celebración fue presidida por el P. Floyd
Mercado, quién, invitó a los jóvenes
candidatos a la Confirmación a no dejar que se apagara en sus corazones la llama del amor de
Jesús. También, aprovechó la ocasión para dirigirse a los Padres y solicitarles,
que, atendieran y cuidaran a sus hijos, proveyéndoles mayor atención y
confianza en sus hogares. “Es necesario que nuestros jóvenes sientan la confianza de ustedes en ellos. Esto es esencial. Además, ayúdenles a descubrir y a vivir, desde
el seno del hogar, el amor de Dios. Ciertamente, la tarea es de todos, pero, es vital esa vivencia en sus
hogares para encaminarles en el año de
la Fe, comprometidos con el Reino de
Dios, desde sus propias realidades, tanto,
en sus hogares como en nuestras
comunidades”.
Al finalizar la
Celebración, el Padre Floyd, agradeció a
la Coordinadora de la Catequesis de la Concatedral y a todo el Equipo de Trabajo, que, hizo posible la
experiencia tan maravillosa para los jóvenes de la Diócesis Misionera de
El Yunque. ¡En hora buena!
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