miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hacia el Adviento, tiempo de esperanza


Celebración del tiempo de Adviento 2012
Diócesis de Fajardo-Humacao





Por: P. José Antonio Arocho Feliciano
Comisión Diocesana de Liturgia, DFH  


La Iglesia santifica el tiempo celebrando los misterios del Señor a lo largo del año litúrgico. El año litúrgico inicia con el tiempo de Adviento, cuatro semanas ante de la fiesta de navidad del Señor.  El Adviento es tiempo de esperanza en el que la Iglesia revive la esperanza de Israel.  Israel espera la venida del Mesías, hoy la Iglesia (nuevo pueblo de Israel) espera confiada el retorno glorioso del Señor, su segunda venida para instaurar el Reino definitivo.   Además adviento es tiempo de conversión del corazón.

Desde la Diócesis de El Yunque, la Comisión Diocesana de Liturgia presenta el lema: “Nueva Evangelización, es caminar con fe hacia la conversión”.  Con trabajo arduo, reflexión y oración, hemos elaborado el material de adviento, donde la Iglesia nos invita a prepararnos para vivir la conversión.  Dios de Amor viene a visitarnos, a acampar entre nosotros.  En la liturgia de los cuatro domingos de Adviento del Ciclo C, encontramos pistas, referencia, luces, invitación, llamadas, que nos ayudan a hacer de este camino, Iglesia Misionera que peregrina haciendo historia en el área Este de Puerto Rico.

Para inicial este tiempo de reflexión,  conversión, nuestra diócesis, cónsona con la Iglesia Universal celebra el Año de la Fe, anunciado por el Papa Benedicto XVI, el  día 11 de octubre de 2012.  A nivel diocesano nos encontramos transitando hacia el segundo paso de nuestro Plan Diocesano de Pastoral,  con la invitación a la Conversión.   Aprovechando este tiempo que invita a la conversión, a adentrarse en cada comunidad parroquial, a salir a las calles con sentido de misión y discipulado-misionero siendo testigos de estos misterios de la fe.   

Por eso queremos presentar al Pueblo de Dios, de nuestra Diócesis Misionera, los trabajos pastorales, con motivo al Adviento, que nos conduce en la barca a contemplar, el amor entrañable y misericordioso de Dios Padre, que cumple su promesa de salvación y cercanía a las personas en el misterio de la Navidad.   Por tal motivo, se estará presentando unos signos que nos guiaran a profundizar con fervor,  el significado del Año de la Fe.

En el primer domingo de adviento aparecerá la palabra; Liberación.  Utilizando como signo las cadenas rotas.   El mismo nos invita a levantar la cabeza y tonar la mirada a Jesús.  El pecado nos hace vivir adormecido, encorvado, distraído.   Levantar la cabeza, es propuesta de liberación, liberación de nuestros miedos, inseguridades, desconfianza, para abrirnos paso a la esperanza que nos viene de Dios, la venida su Hijo Amado en su Pueblo.

El segundo domingo se presentará, la palabra; Renovarse.   Donde aparece la figura de un hombre con dos túnicas, una negra y otra blanca.   El color negro simboliza las actitudes negativas, y en la medida que va presentándose al altar, va despojándose de esas actitudes,  dando  paso a  vivir la restauración de su Alma.  Con la túnica blanca que representa la renovación, que es convertirse en una criatura nueva.   Por tanto, acoger la Palabra,  es adentrarnos en el misterio de Dios (Amor), misterio que nos invita a Renovarnos o despojarnos del hombre viejo.  A través de su amor renovador,  Dios nos moviliza y nos empuja a rellenar los huecos del alma y de la conversión, a abajar el orgullo, a enderezar lo torcido, superar lo escabroso, para lograr una transformación total en nuestro corazón.

En tercer domingo de Adviento,  surge la necesidad de Compartir,  palabra clave que apela al corazón generoso y desprendido.  Esto nos lleva a presentar a la persona con dos abrigos o  túnicas, realizando el  gesto de compartir lo que tiene con el que esta desamparado o sin ropa.  Muchas veces nos hacemos eco de lo que dice Juan el Bautista en el Evangelio de San Lucas; “comparte la túnica, no vivan de la exigencia, no opriman a los hermanos”.  La alegría pasa por la conversión, o la conversión pasa por el descubrimiento gozoso del anuncio.  La conversión del corazón comienza cuando descubre que compartir hace brotar el gozo, como aquel que encuentra un tesoro, y que por tenerlo esta dispuesto a venderlo todo.

Al encontrarnos en el cuarto domingo la palabra clave es, Reconocer.  Este signo nos conduce nuevamente a escuchar con detenimiento  aquel  niño toca a la puerta, que va caminando como nos recuerda la canción del fallecido cantautor, Tony Croatto, “El Niño Jesús”.   Esto nos mueve a reconocer la dignidad que tiene todo Hijo de Dios.  Es descubrir a  Jesús en el rostro del hermano pobre, desvalido, necesitados de amor, y para esto esta llamado cada discípulo-misionero que vive su fe.

Queridos hermanos y hermanas, durante estos cuatro domingos de adviento nos vamos a encontrar  con la figura de María ¡qué mejor entrada en el misterio de amor de navidad de la manos de María, que quien mejor que ella nos puede enseñar el camino de la fe, la confianza y la plena disponibilidad a la acción del Espíritu!

Con alegría y gozo les invito junto al Equipo Pastoral de Liturgia, ha abrir nuestras puertas para dar paso la verdadera Navidad. Que  tengamos una razón valiosa de vivir un año, lleno del  Amor de Dios.  Un Dios que se hace cercano al pueblo, para que el pueblo le acoja,  y le reconozca como Isabel lo hizo con la Madre del Salvador, la  Virgen María,  “Dichosa, Tú, que has creído”, Lucas 1,45.   En este Tiempo de Adviento, hagamos camino hacia Belén de la mano de los necesitados, lo que sufren, los marginados, de los niños, los jóvenes, las familias y nuestros envejecientes  que han entrado en la sabiduría,  del pesebre y de la cruz.   Que el Espíritu, que habilita a la misión salvífica, nos conceda reconocer que, también en nuestro tiempo, muchas personas buscan encontrar el Camino, la Verdad y la Vida que es el Niño Dios, el Emmanuel, que significa; “Dios con Nosotros”.

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