lunes, 3 de febrero de 2014

Comunidad de Villa Hugo, en Canóvanas, abraza a la Devoción de Nuestra Señora de la Altagracia


La  Comunidad de Villa Hugo, en Canóvanas, abraza a
la Devoción de Nuestra Señora de la Altagracia


Monseñor Eusebio acompañados por las banderas,  al fondo la imagen de la Virgen de la Altagracia.




Por: Jose Velazquez / Fotoperiodista
Oficial de Prensa DFH

Canóvanas - Con alegría y devoción, más de un centenar de fieles, recorrieron las calles y veredas de la Comunidad de Villa Hugo, en el Barrio San Isidro de  Canóvanas, para celebrar la Fiesta de  Nuestra Señora de la Altagracia.  Ella es la Protectora de la República Dominicana  y Patrona de la hermosa Capilla que se levantado en esta Comunidad,  habitada, mayormente, por hermanos dominicanos. Mons. Eusebio Ramos Morales, Pastor y Guía de la Diócesis de El Yunque, llegó a la Comunidad para participar de la procesión, junto, a sus fieles  y  presidir la Eucaristía.  Se uniéndose a él, el Adm. Parroquial, Padre Jesús Palomares, y los Diáconos Pedro Flores y Roberto Ferri.  También, participó el Padre  Antonio Marrero, Vicario de la Pastoral Social y Párroco de la parroquia vecina, María Madre de Dios, quien asistió con  un grupo de feligreses, que le acompañaron.
Los feligreses cantaban flores a María durante la procesión.

La Comunidad de Villa Hugo quedó transformada cuando niños, jóvenes, familias, adultos y,  hasta los viejitos, y portando en sus manos imágenes y  retratos de la Virgen de la Altagracia, realizaron la procesión.  Esto motivo al Obispo a expresar con gozo a viva voz: ¡Que Viva Nuestra Señora de la Altagracia!, provocando un sonoro aplauso.  Durante el recorrido por las calles, la procesión era escoltada por las banderas de Puerto Rico y la Republica Dominicana que llevaban varios niños.  Las familias que se encontraban en sus hogares y algunos transeúntes que estaban en los negocios, se salían con asombro para ver al gentío cantando, alabando y dando gracias a Dios.  

Esta Capilla está situada en el corazón de Villa Hugo. Esta  Comunidad nació, particularmente, a partir de aquél momento (Huracán Hugo) y es una de las zonas más pobres de la Diócesis de Fajardo-Humacao. Pero, la sencillez y la alegría de la gente, hacen la diferencia. Sus calles  y veredas, algunas medio pavimentadas; sus humildes  casas de madera,  zinc o cemento; y la  carencia  de servicios básicos  en algunos de los  hogares, nos describen a un Puerto Rico, que, muchos no conocemos. Por eso, el Plan Diocesano de Pastoral de El Yunque, contempla  la atención  y servicio  con urgencia a comunidades que sufren  marginación  o algún tipo de  discrimen social, cultural o étnico en el Área Este del País.  De aquí,  el interés  personal y pastoral del Obispo, Mons. Eusebio, de atender a esta Comunidad, impulsando la construcción de su Capilla, promoviendo la vida pastoral y la convivencia social y fraterna. Por eso, llegó hasta este lugar, el pasado martes, 21 de enero,  para compartir con  la Comunidad y participar de su alegría en la fiesta mariana de Nuestra Señora de la Altagracia.

Luego, de la procesión por las humildes calles de Villa Hugo, con la Imagen de la Altagracia presidiendo y la gente, cantándole himnos a la Virgen, llegaron a la Capilla para la Celebración  Eucarística.  En sintonía con el mensaje del Papa Francisco, Mons. Eusebio, se dirigió a la concurrencia, que abarrotaba la Capilla, para agradecerles su participación, sus esfuerzos comunitarios y la preparación de la fiesta de la Virgen de la Altagracia. Viendo los rostros alegres, con una Capilla repleta de puerta a puerta, dijo: ¡Que viva la Comunidad Dominicana y Puertorriqueña, que viva la Virgen de la Altagracia!  No tardó mucho la respuesta de los fieles, que, respondieron a coro: ¡Que Viva!.  El Obispo, ante, esa respuesta, les dijo: “Hace cinco años vine a esta Comunidad, que no conocía,  y descubrí  a gente buena,  alegre, llena de fe y de esperanza.   Desde aquel momento,  me ganaron el corazón”.  Prosiguió, invitándoles a vivir la Eucaristía con la alegría y confianza en Dios y  en la Virgen de la Altagracia, que acompaña y protege.

Durante  su Homilía, Monseñor Eusebio, hizo una breve historia sobre la  devoción de Nuestra Señora de la Altagracia  en la República Dominicana.   Les recordó a los hermanos dominicanos, que, la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, era su Protectora. “Ella es Madre y Maestra que nos llama al encuentro con Jesús y nos muestra el camino. Esta devoción mariana, que, arropa el corazón de los dominicanos, debía de identificarles, también, en Puerto Rico.  Por eso,  tenemos que vivirla y transmitirla, porque, es parte de  su  historia, está gravada en  su  cultura y les identifica como pueblo católico. Por tanto, agradezco a esta Comunidad de Villa Hugo, mayormente, constituida por hermanos dominicanos,  por el regalo de esta advocación, y, porque, viviéndola, expresándola, escuchando a Jesús y transformando los corazones,  se convierten en Comunidad de fe y de esperanza para nuestra Diócesis.  Ustedes, forman la Comunidad de Villa Hugo, virgen y fecunda, donde habitan   familias alegres con niños y jóvenes  talentosos, llenos de  proyectos de futuro”, resaltó. 

Señalando el Cuadro de la Altagracia,  el Obispo, les dijo: “La Virgen María y José, son testigos oculares  que  contemplan y adoran al Niño Dios, llenos de fe, de esperanza y de amor.   Contemplan y acogen el misterio de salvífico del Dios - con  nosotros.  También, lo muestran   a las generaciones  de  creyentes, incluyéndonos nosotros, para que le acojamos  y recibamos, también, su luz, su paz y su alegría”. Luego, les dijo: “la adoración nos tiene que llevar a la contemplación, y la contemplación  a la acción discipular.  Jesús, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María, nos llama a ser sus discípulos y a seguirle con fidelidad,  asumiendo el proyecto del Reino de Dios”. Reino de Dios que es Vida, Justicia, Comunión fraterna y solidaria.   Con María, en su Advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, acojamos el Reino de la Vida que nos trae Jesús y trabajemos para que Villa Hugo pueda erradicar la violencia, las drogas, la infidelidad, y todo aquello que mata la vida y daña la familia.  Que no falte en ninguno de sus hogares el Cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia, de nuestra Protectora, y abracemos a Jesús con pasión y alegría”.

Luego, subrayó:  “Gente buena, gente humilde, esta es su historia, con su  idiosincrasia y su devoción mariana, que, es parte de su identidad.   María nos llama a no tener miedo, a confiar en ella y en su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Ella nos protege  y nos llama a  construir esta Comunidad con los valores propios que nos identifican: el respeto, el servicio, la solidaridad fraterna, la entrega generosa, el amor a la familia,  y cultivando  la fe religiosa  que les enseñaron sus padres: católica y mariana. Continuó su mensaje, exhortando a los fieles a valorar su devoción mariana, cada día, con más fuerza, y ampliarla y  testificarla, empezando por  los hogares.   Les invitaba a tener en los  hogares un  pequeño altar "con el Cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia.  Como  María, contemplando a Jesús y acogiéndolo en el corazón,  alejemos  de  los  hogares   a los “buitres” y “aves de rapiña”  que revoletean  y amenazan nuestra convivencia: la  violencia,  el maltrato,  la droga,  el alcohol,  el juego,  el consumo desmedido, entre otras cosas”, subrayó el Obispo.

Posteriormente,  continuó la Celebración con  la presentación de las Ofrendas de acción de gracias:  el Pan y el Vino, un matrimonio con un niño recién nacido representando a las familias de la Comunidad,  un Cuadro de la Virgen de la Altagracia  y dos jóvenes portando en sus manos las banderas de Puerto Rico y de la República  Dominicana.  Inmediatamente,  continuó la Misa, como, de costumbre.

Al finalizar y admirando la emoción de los feligreses, el Obispo,  les prometió que haría la gestión para que pronto, la Capilla tuviera un Sagrario para la reserva del Santísimo Sacramento.  “Que Jesús Sacramentado esté, permanente, presente en Villa Hugo, para que, ustedes  puedan venir a contemplarlo, acogerlo y a presentarles sus problemas y situaciones de alegría y de dolor”. Este anuncio provocó un gran aplauso. También, el Obispo, resaltó el gesto de un feligrés que se mantuvo de rodillas, durante toda la Celebración. Esta acción movió al Obispo a expresarle fortaleza  y a pedir al Señor que se cumpliera lo que éste pedía con tanta fe y confianza.

Antes de la bendición final, se suscitó un momento emotivo, cuando un grupo de jóvenes de la Pastoral Juvenil de Villa Hugo, realizaron una dramatización sobre la historia de la devoción a Virgen de la Altagracia.   Con su jocosidad y sencillez, recordaron a los presentes cómo María les ha acompañado durante su historia y forjado su identidad.  Entre aplausos y comentarios, la Comunidad agradecía la participación de los jóvenes.  Luego, de terminada la Eucaristía,  continuó la fiesta con un compartir fraterno, al frente de la Capilla.  En este compartir, la  Pastoral de Catequesis y la Pastoral Juvenil, deleitaron a los presentes con varias piezas musicales y bailes típicos dominicanos. 

¡Que Viva la Comunidad Dominicana en Villa Hugo  y la Diócesis de El Yunque!

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