La
Comunidad de Villa Hugo, en Canóvanas, abraza a
la Devoción de Nuestra Señora de la Altagracia
Monseñor Eusebio acompañados por las banderas, al fondo la imagen de la Virgen de la Altagracia. |
Canóvanas - Con alegría y devoción, más de un
centenar de fieles, recorrieron las calles y veredas de la Comunidad de Villa
Hugo, en el Barrio San Isidro de Canóvanas, para celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia. Ella es la Protectora de la República
Dominicana y Patrona de la hermosa
Capilla que se levantado en esta Comunidad, habitada, mayormente, por hermanos dominicanos. Mons.
Eusebio Ramos Morales, Pastor y Guía de la Diócesis de El Yunque, llegó a la
Comunidad para participar de la procesión, junto, a sus fieles y presidir la Eucaristía.
Se uniéndose a él, el Adm. Parroquial, Padre Jesús Palomares, y los
Diáconos Pedro Flores y Roberto Ferri.
También, participó el Padre
Antonio Marrero, Vicario de la Pastoral Social y Párroco de la parroquia
vecina, María Madre de Dios, quien asistió con un grupo de feligreses, que le acompañaron.
Los feligreses cantaban flores a María durante la procesión. |
La Comunidad de Villa Hugo quedó transformada cuando
niños, jóvenes, familias, adultos y,
hasta los viejitos, y portando en sus manos imágenes y retratos de la Virgen de la Altagracia,
realizaron la procesión. Esto
motivo al Obispo a expresar con gozo a viva voz: ¡Que Viva Nuestra Señora de la
Altagracia!, provocando un sonoro aplauso. Durante el recorrido por las calles, la procesión era
escoltada por las banderas de Puerto Rico y la Republica Dominicana que
llevaban varios niños. Las
familias que se encontraban en sus hogares y algunos transeúntes que estaban en
los negocios, se salían con asombro para ver al gentío cantando, alabando y
dando gracias a Dios.
Esta Capilla está situada en el corazón de Villa
Hugo. Esta Comunidad nació,
particularmente, a partir de aquél momento (Huracán Hugo) y es una de las zonas
más pobres de la Diócesis de Fajardo-Humacao. Pero, la sencillez y la alegría
de la gente, hacen la diferencia. Sus calles y veredas, algunas medio pavimentadas; sus humildes casas de madera, zinc o cemento; y la carencia de servicios básicos
en algunos de los hogares,
nos describen a un Puerto Rico, que, muchos no conocemos. Por eso, el Plan
Diocesano de Pastoral de El Yunque, contempla la atención y
servicio con urgencia a
comunidades que sufren
marginación o algún tipo
de discrimen social, cultural o
étnico en el Área Este del País.
De aquí, el interés personal y pastoral del Obispo, Mons.
Eusebio, de atender a esta Comunidad, impulsando la construcción de su Capilla,
promoviendo la vida pastoral y la convivencia social y fraterna. Por eso, llegó
hasta este lugar, el pasado martes, 21 de enero, para compartir con
la Comunidad y participar de su alegría en la fiesta mariana de Nuestra
Señora de la Altagracia.
Luego, de la procesión por las humildes calles de
Villa Hugo, con la Imagen de la Altagracia presidiendo y la gente, cantándole
himnos a la Virgen, llegaron a la Capilla para la Celebración Eucarística. En sintonía con el mensaje del Papa Francisco, Mons.
Eusebio, se dirigió a la concurrencia, que abarrotaba la Capilla, para
agradecerles su participación, sus esfuerzos comunitarios y la preparación de
la fiesta de la Virgen de la Altagracia. Viendo los rostros alegres, con una
Capilla repleta de puerta a puerta, dijo: ¡Que viva la Comunidad Dominicana y
Puertorriqueña, que viva la Virgen de la Altagracia! No tardó mucho la respuesta de los fieles, que, respondieron
a coro: ¡Que Viva!. El Obispo,
ante, esa respuesta, les dijo: “Hace cinco años vine a esta Comunidad, que no
conocía, y descubrí a gente buena, alegre, llena de fe y de esperanza. Desde aquel momento, me ganaron el corazón”. Prosiguió, invitándoles a vivir la
Eucaristía con la alegría y confianza en Dios y en la Virgen de la Altagracia, que acompaña y protege.
Durante
su Homilía, Monseñor Eusebio, hizo una breve historia sobre la devoción de Nuestra Señora de la
Altagracia en la República
Dominicana. Les recordó a
los hermanos dominicanos, que, la Virgen María, en su advocación de Nuestra
Señora de la Altagracia, era su Protectora. “Ella es Madre y Maestra que nos
llama al encuentro con Jesús y nos muestra el camino. Esta devoción mariana,
que, arropa el corazón de los dominicanos, debía de identificarles, también, en
Puerto Rico. Por eso, tenemos que vivirla y transmitirla,
porque, es parte de su historia, está gravada en su cultura y les identifica como pueblo católico. Por tanto,
agradezco a esta Comunidad de Villa Hugo, mayormente, constituida por hermanos
dominicanos, por el regalo de esta
advocación, y, porque, viviéndola, expresándola, escuchando a Jesús y
transformando los corazones, se
convierten en Comunidad de fe y de esperanza para nuestra Diócesis. Ustedes, forman la Comunidad de Villa
Hugo, virgen y fecunda, donde habitan familias alegres con niños y jóvenes talentosos, llenos de proyectos de futuro”, resaltó.
Señalando el Cuadro de la Altagracia, el Obispo, les dijo: “La Virgen María y
José, son testigos oculares que contemplan y
adoran al Niño Dios, llenos de fe, de esperanza y de amor. Contemplan y acogen el misterio
de salvífico del Dios - con
nosotros. También, lo
muestran a las
generaciones de creyentes, incluyéndonos nosotros, para
que le acojamos y recibamos,
también, su luz, su paz y su alegría”. Luego, les dijo: “la adoración nos tiene
que llevar a la contemplación, y la contemplación a la acción discipular. Jesús, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María, nos llama a
ser sus discípulos y a seguirle con fidelidad, asumiendo el proyecto del Reino de Dios”. Reino de Dios que
es Vida, Justicia, Comunión fraterna y solidaria. Con María, en su Advocación de Nuestra Señora de la
Altagracia, acojamos el Reino de la Vida que nos trae Jesús y trabajemos para
que Villa Hugo pueda erradicar la violencia, las drogas, la infidelidad, y todo
aquello que mata la vida y daña la familia. Que no falte en ninguno de sus hogares el Cuadro de Nuestra
Señora de la Altagracia, de nuestra Protectora, y abracemos a Jesús con pasión
y alegría”.
Luego, subrayó: “Gente buena, gente humilde, esta es su historia, con
su idiosincrasia y su devoción
mariana, que, es parte de su identidad. María nos llama a no tener miedo, a confiar en ella y
en su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Ella nos protege y nos llama a construir esta Comunidad con los valores propios que nos
identifican: el respeto, el servicio, la solidaridad fraterna, la entrega generosa,
el amor a la familia, y
cultivando la fe religiosa que les enseñaron sus padres: católica
y mariana. Continuó su mensaje, exhortando a los fieles a valorar su devoción
mariana, cada día, con más fuerza, y ampliarla y testificarla, empezando por los hogares.
Les invitaba a tener en los
hogares un pequeño altar
"con el Cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. Como María, contemplando a Jesús y acogiéndolo en el
corazón, alejemos de los
hogares a los
“buitres” y “aves de rapiña” que
revoletean y amenazan nuestra
convivencia: la violencia, el maltrato, la droga, el
alcohol, el juego, el consumo desmedido, entre otras
cosas”, subrayó el Obispo.
Posteriormente, continuó la Celebración con la presentación de las Ofrendas de acción de gracias: el Pan y el Vino, un matrimonio con un
niño recién nacido representando a las familias de la Comunidad, un Cuadro de la Virgen de la
Altagracia y dos jóvenes portando
en sus manos las banderas de Puerto Rico y de la República Dominicana. Inmediatamente,
continuó la Misa, como, de costumbre.
Al finalizar y admirando la emoción de los
feligreses, el Obispo, les
prometió que haría la gestión para que pronto, la Capilla tuviera un Sagrario
para la reserva del Santísimo Sacramento.
“Que Jesús Sacramentado esté, permanente, presente en Villa Hugo, para
que, ustedes puedan venir a
contemplarlo, acogerlo y a presentarles sus problemas y situaciones de alegría
y de dolor”. Este anuncio provocó un gran aplauso. También, el Obispo, resaltó
el gesto de un feligrés que se mantuvo de rodillas, durante toda la
Celebración. Esta acción movió al Obispo a expresarle fortaleza y a pedir al Señor que se cumpliera lo
que éste pedía con tanta fe y confianza.
Antes de la bendición final, se suscitó un momento
emotivo, cuando un grupo de jóvenes de la Pastoral Juvenil de Villa Hugo,
realizaron una dramatización sobre la historia de la devoción a Virgen de la
Altagracia. Con su jocosidad
y sencillez, recordaron a los presentes cómo María les ha acompañado durante su
historia y forjado su identidad.
Entre aplausos y comentarios, la Comunidad agradecía la participación de
los jóvenes. Luego, de terminada
la Eucaristía, continuó la fiesta
con un compartir fraterno, al frente de la Capilla. En este compartir, la
Pastoral de Catequesis y la Pastoral Juvenil, deleitaron a los presentes
con varias piezas musicales y bailes típicos dominicanos.
¡Que Viva la Comunidad Dominicana en Villa Hugo y la Diócesis de El Yunque!
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