Cristo Rey te necesita para
servir,
a un Puerto Rico sediento de
amor
Jaime Torres Torres
Fotoperiodista/José Velázquez
Diócesis de El Yunque
Río Grande – Litúrgicamente, cada
domingo es una fuente indispensable de gracia para los fieles.
Más la Fiesta de Cristo Rey del
Universo, que encamina a la Iglesia al Adviento, delimitando el inicio del
nuevo año litúrgico, es una celebración en cuya gozosa, solemne y esperanzadora
participación el pueblo de Dios ratifica la madurez de su fe.
El pasado domingo 24, la
comunidad de la Parroquia Cristo Rey en Palmer se lanzó a la calle, como un
signo visible de su adoración a Jesús, cuyo reinado de amor, justicia, paz y
perdón el mundo no lo comprende porque no lo conoce.
Esa, precisamente, es la misión
del párroco Adrían Alicea y sus diáconos Pedro, Anthony, Willie y Albert junto
a los fieles que recorrieron la periferia de Palmer, entonando alabanzas al Señor
y comunicando, con su testimonio, que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. La
concentración protestante del sector es dramática, pero sus templos, el pasado
domingo 24 a las 9:30 a.m., estaban prácticamente vacíos.
Tras una procesión de casi una hora,
con la imagen del Santo Patrón de la comunidad parroquial, Padre Adrián y sus
acompañantes entraron al templo. Asperjó con agua bendita a los fieles que
abarrotaron la parroquia, antes del desarrollo de la liturgia, animada por una
bonita integración de los ministerios musicales de la comunidad eclesial.
En una representación teatral de
varios jóvenes, uno personificó a Cristo Rey, revistiendo de pureza a un
deambulante y acogiendo en el diálogo a una familia distanciada e incomunicada
por las nuevas tecnologías de comunicación digital, a la vez que otros ofrecían
la Biblia y el Rosario como fuentes de gracia.
En su homilía, con una
hermenéutica de los textos litúrgicos de la Fiesta de Cristo Rey de fácil
comprensión, Padre Adrían subrayó al saque que Cristo es la fuente inagotable
de la paz, recordando que en la adversidad (el desempleo, la enfermedad, la
soledad, la pobreza, etc.) cuando los ‘reyes’ del mundo se ausentan, Cristo
permanece fiel.
El trono de su reinado es la
Cruz, que es locura para el mundo, pero poder de Dios para los que se salvan. Y
desde allí derramó su sangre por amor. Gesto que, en el llamado al discipulado
misionero al que el Obispo Eusebio Ramos Morales convoca a los fieles de la
Diócesis del Yunque, se debe traducir en servicio.
El reinado de Cristo, explicó
Padre Adrián, los fieles lo pueden proclamar amando al prójimo, comenzando por
casa, desde el seno de la familia, en relaciones de armonía, servicio y perdón.
“Porque el altanero esconde su
debilidad ante esa fachada”, afirmó el presbítero al exhortar a proclamar a
Cristo Rey, más que con palabras, con la vida.
Al entonar líneas de la melodía
“Te alabo”, inspirada por Roberto Orellana en Cristo Rey, la feligresía se unió
a Padre Adrián en una hermosa alabanza que propició una profunda oración por
las familias, jóvenes, ancianos y niños que sufren.
En la consagración muchos
alabaron a viva voz al Señor que se hace presente en el Santísimo Sacramento
del Altar y tras un Padrenuestro articulado con el alma, los fieles se confundieron
en un efusivo y expresivo saludo de paz que conmovió a muchos.
Antes de la bendición final,
Padre Adrián invitó al Altar a los niños y jóvenes, signos de una Iglesia que
se renueva; presente y futuro de una Iglesia misionera convocada a testificar
con su vida a Jesucristo Rey del Universo.
Bajo una carpa, la comunidad
celebró la Fiesta en honor de su Santo Patrón hasta la tarde, deleitándose con
música típica y disfrutando alimentos criollos confeccionados por varios
feligreses. En el corazón de los laicos, al final, resonó el eco del llamado a
compartir la realeza de Cristo sirviendo hasta el extremo a un Puerto Rico
sediento de amor.
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