Niños de las comunidades que simbolizaron al jibaro puertorriqueño. |
José Velázquez
Para el Visitante, Prensa para la Paz
El pasado domingo, 18 de Noviembre
de 2012, la Comunidad Parroquial
Nuestra Señora del Carmen de Punta Santiago, Humacao, se vistió de fiesta al
celebrar la exaltación de nuestras raíces y cultura
puertorriqueña, en el contexto de la conmemoración de los Quinientos Años de la presencia de Nuestra Madre
Iglesia Católica en Puerto Rico.
La Celebración Eucarística fue presidida por el Párroco, Rvdo. P. Miguel A. Merced Reyes, acompañado de niños y niñas de la
Pastoral de Catequesis, vestidos con motivos jíbaros.
Antes de iniciar la Santa Misa, P. Miguel, habló
efusivamente sobre la historia de
nuestra patria borinqueña, la identidad católica que le caracteriza y la
riqueza de fe en su cultura.
En la Homilía, estableció como
principio, que, el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, está
destinado a la Vida Eterna. “Dios
tiene para cada uno de nosotros un proyecto de vida trascendente, sin importar
el origen, el lugar o punto del globo terráqueo donde se nazca. Sin embargo,
esa vocación a la trascendencia se da en la realidad de que somos únicos e
irrepetibles; y de aquí, nace el
valor de nuestra raíces, nuestra cultura, nuestra identidad cristiana”.
También, expresó que, cada persona es un profundo misterio que se relaciona con
Dios desde su propia identidad.
“Por eso, hay que entender
que si estamos aquí y ahora, es gracia a la voluntad y misericordia de nuestro
Dios. Él nos ha creado dándonos
una vida que se condiciona a la geografía, a la historia, al perfil o a las
circunstancias en la que uno nace”. Y no sólo nos crea dándonos vida, sino, que
ésta va creciendo y desarrollándose hasta alcanzar la plenitud manifestada en
Cristo Jesús, Señor de la Vida”.
“Por tanto, tenemos que sentirnos
orgullosos de nuestras raíces, nuestro folclor y tradiciones de esta porción de
tierra, no ajena a la voluntad salvífica de Dios, que se va realizando en Borinquen, tierra bendita, y habitada
por hombres y mujeres de bien, que han hecho de este terruño, lo que hoy conocemos
como Puerto Rico”, sostuvo.
Además, exhortó a los presentes a cultivar la fe y a vivir en
comunión con el Señor, como inspira el Evangelio, según San Marcos,
mostrándonos a Jesucristo Glorioso.
“Él, que nace humildemente
en cada Navidad, ahora nos revela que viene con todo el poder y toda la gloria
a buscar a sus elegidos. ¿Y quiénes son los elegidos? Los elegidos no son unos privilegiados sobre los demás,
sino, aquéllos consagrados y
bañados por la sangre de Cristo, aquéllos que han recibido la vida de Dios por medio del
Sacramento del Bautismo, y
además, los que van construyendo
día a día el Reino de Dios”.
“Por consiguiente, todos los
días, cuando aclamamos que venga el Reino de Dios, lo hacemos convencidos de
que este Reino, da orden y sentido a nuestras vidas. Y esta labor que se realiza día a día, va edificando nuestra
consciencia y toda nuestra realidad, es decir, nuestra vida cristiana donde nos
vamos transformando, y transformamos, a su vez, la realidad de esta tierra, hasta llegar al final”.
El Padre Merced preguntó a la
feligresía: ¿cómo se prepara la tierra para la siembra? “Primero, hay que labrarla, acondicionarla, y una vez lista, se hecha la
semilla; luego, se junta la tierra
para que esa semilla pueda dar el fruto esperado. Esto nos ayuda a comprender la acción del Evangelio en nosotros. Con cada aporte que hacemos por la fe, el amor y las buenas obras, esparcimos
las semillas del Evangelio, donde se concreta el Reino de Dios, en nuestra
Patria”.
Al concluir, explicó la
simbología estampada en su Ornamento Sacerdotal: “Puerto Rico es Altar de la
Eucaristía, verdadero sacrificio,
donde se actualiza la Redención de Cristo para todos. La punta de la bandera, introducida en
el Cáliz, es la comunión de vida entre Jesús y nosotros, que, por un sólo acto, se ofrece y nos ofrenda al Padre”.
Durante el Ofertorio de la
Liturgia Eucaristía, varios niños de la Comunidad realizaron una interpretación
musical con el Cuatro Puertorriqueño, como muestra de nuestras raíces
borincanas. Además, presentaron la Bandera de Puerto Rico, llevada en procesión
hacia el Altar y acompañada por varios jibaritos que presentaban frutos y
vegetales de nuestra tierra.
Al finalizar la Eucaristía, la
feligresía continuó celebrando mediante un compartir fraterno, que contó con la
participación de grupos artísticos de música autóctona y bailes
folklóricos. ¡En hora buena!
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