lunes, 10 de diciembre de 2012

Raíces, Cultura e Identidad Católica de Puerto Rico



Niños de las comunidades que simbolizaron al jibaro puertorriqueño.



José Velázquez
Para el Visitante, Prensa para la Paz

El pasado domingo, 18 de Noviembre de 2012,  la Comunidad Parroquial Nuestra Señora del Carmen de Punta Santiago, Humacao, se vistió de fiesta al celebrar la exaltación de nuestras raíces y cultura puertorriqueña, en el contexto de la conmemoración de los Quinientos  Años de la presencia de Nuestra Madre Iglesia Católica en Puerto Rico.  La Celebración Eucarística fue presidida  por el Párroco, Rvdo. P. Miguel A. Merced Reyes,  acompañado de niños y niñas de la Pastoral de Catequesis, vestidos con motivos jíbaros. 

Antes de  iniciar la Santa Misa, P. Miguel, habló efusivamente  sobre la historia de nuestra patria borinqueña, la identidad católica que le caracteriza y la riqueza de fe en su cultura.

En la Homilía, estableció como principio, que, el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, está destinado a la Vida Eterna.  “Dios tiene para cada uno de nosotros un proyecto de vida trascendente, sin importar el origen, el lugar o punto del globo terráqueo donde se nazca. Sin embargo, esa vocación a la trascendencia se da en la realidad de que somos únicos e irrepetibles; y de aquí,  nace el valor de nuestra raíces, nuestra cultura, nuestra identidad cristiana”.

También,  expresó que,  cada persona es un profundo misterio que se relaciona con Dios desde su propia identidad.  “Por eso,  hay que entender que si estamos aquí y ahora, es gracia a la voluntad y misericordia de nuestro Dios.  Él nos ha creado dándonos una vida que se condiciona a la geografía, a la historia, al perfil o a las circunstancias en la que uno nace”. Y no sólo nos crea dándonos vida, sino, que ésta va creciendo y desarrollándose hasta alcanzar la plenitud manifestada en Cristo Jesús, Señor de la Vida”.

“Por tanto, tenemos que sentirnos orgullosos de nuestras raíces, nuestro folclor y tradiciones de esta porción de tierra, no ajena a la voluntad salvífica de Dios, que  se va realizando en Borinquen, tierra bendita, y habitada por hombres y mujeres de bien, que han hecho de este terruño, lo que hoy conocemos como Puerto Rico”, sostuvo.

Además,  exhortó a los presentes a cultivar la fe y a vivir en comunión con el Señor, como inspira el Evangelio, según San Marcos, mostrándonos a Jesucristo Glorioso.  “Él,  que nace humildemente en cada Navidad, ahora nos revela que viene con todo el poder y toda la gloria a buscar a sus elegidos. ¿Y quiénes son los elegidos?  Los elegidos no son unos privilegiados sobre los demás, sino,  aquéllos consagrados y bañados por la sangre de Cristo, aquéllos que han recibido  la vida de Dios por medio del Sacramento del Bautismo,  y además,  los que van construyendo día a día el Reino de Dios”.
“Por consiguiente, todos los días, cuando aclamamos que venga el Reino de Dios, lo hacemos convencidos de que este Reino, da orden y sentido a nuestras vidas.  Y esta labor que se realiza día a día, va edificando nuestra consciencia y toda nuestra realidad, es decir, nuestra vida cristiana donde nos vamos transformando, y transformamos,   a su vez, la realidad de esta tierra,  hasta llegar al final”. 

El Padre Merced preguntó a la feligresía: ¿cómo se prepara la tierra para la siembra? “Primero,  hay que labrarla, acondicionarla,  y una vez lista, se hecha la semilla;  luego, se junta la tierra para que esa semilla pueda dar el fruto esperado.  Esto nos ayuda a comprender la  acción del Evangelio en nosotros.  Con cada aporte que hacemos por la fe,  el amor y las buenas obras, esparcimos las semillas del Evangelio, donde se concreta el Reino de Dios, en nuestra Patria”.

Al concluir, explicó la simbología estampada en su Ornamento Sacerdotal: “Puerto Rico es Altar de la Eucaristía, verdadero sacrificio,  donde se actualiza la Redención de Cristo para todos.  La punta de la bandera, introducida en el Cáliz, es la comunión de vida entre Jesús y nosotros, que,  por un sólo acto,  se ofrece y  nos ofrenda al Padre”. 

Durante el Ofertorio de la Liturgia Eucaristía, varios niños de la Comunidad realizaron una interpretación musical con el Cuatro Puertorriqueño, como muestra de nuestras raíces borincanas. Además, presentaron la Bandera de Puerto Rico, llevada en procesión hacia el Altar y acompañada por varios jibaritos que presentaban frutos y vegetales de nuestra tierra.

Al finalizar la Eucaristía, la feligresía continuó celebrando mediante un compartir fraterno, que contó con la participación de grupos artísticos de música autóctona y bailes folklóricos.  ¡En hora buena!





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