martes, 28 de agosto de 2012

FIESTA DIOCESANA EN HONOR A SANTIAGO APÓSTOL Y A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN



Representación de Santiago Apóstol y la Virgen del Carmen

El pasado viernes, 20 de julio de 2012, se llevó a cabo en la Catedral de Fajardo  la celebración de la Fiesta en honor a los Patrones Diocesanos: Santiago Apóstol y Nuestra Señora del Carmen. La Celebración Eucarística  estuvo presidida por S.E.R. Mons. Eusebio Ramos Morales, Obispo, acompañado por el Rvdo. P. Antonio Marrero, Rector de la Catedral,  y un grupo  de sacerdotes y diáconos de la Diócesis de El Yunque.   Se desarrolló la Celebración en un ambiente de alegría, de compromiso  vocacional  y de comunión fraterna. 

Al iniciar la Santa Misa, Monseñor Eusebio,  se dirigió a la feligresía, saludándoles y dándoles la bienvenida a la gran  fiesta patronal: “Diócesis de El Yunque, Diócesis de Fajardo-Humacao, estamos de fiesta junto a nuestros Patrones Diocesanos, Santiago Apóstol y Nuestra Señora del Carmen.  Caminamos y peregrinamos con ellos, como testigos de Jesucristo,  para proclamar que, “Él es el Camino, la Verdad y la Vida”. Santiago nos invita ser discípulos misioneros en las realidades nuevas y actuales  que nos tocan vivir.  María, Madre de Jesús y madre nuestra, sigue llamándonos a la  Nueva Evangelización y a la fe viva en Jesucristo, que es fuente de vida  para  todas las épocas y  todos los tiempos ”.

Durante la Homilía, el Obispo,  con gran entusiasmo felicitaba  a toda la feligresía diocesana  y les recalcaba: “Somos la Iglesia Diocesana, Iglesia Local, del Este de Puerto Rico, con una misión y un compromiso.  Se trata  de  testimoniar a Jesús, Señor de la Vida y de la Historia,  en nuestras familias y comunidades,   en las calles y sectores de cada uno de nuestros pueblos.   Esta Iglesia Local está  llamada  al testimonio de la comunión y la participación, del servicio y de la nueva evangelización, del  discipulado misionero y del  trabajo apostólico, como  ofrenda de amor y de vida. De aquí, la importancia de estos  encuentros y celebraciones diocesanas, que nos hacen cobrar conciencia de nuestra identidad  discipular misionera,  en medio de las difíciles circunstancias que vivimos hoy”.   Al escuchar las palabras de Monseñor Eusebio,  los feligreses irrumpieron en un  fuerte aplauso y viva voz, decían: “ Que viva Santiago Apóstol y  que viva la Virgen del Carmen”.

Continuó el Obispo resaltando la importancia del trabajo parroquial, en comunión y sintonía,  con esta Diócesis  que tiene identidad propia, peculiaridades propias y necesidades  muy particulares.  Señalaba que, a  esta Iglesia  que nos convoca y nos envía, hay que amarla y valorarla.  La amamos y  valoramos cuando escuchamos su convocatoria y participamos con alegría de su actividad misionera y pastoral. “Por eso, agradezco el trabajo en las Parroquias para celebrar la festividad de Nuestra Señora del Carmen durante su fiesta patronal. A través de triduos, novenas, la Eucaristía, procesiones, engalanándola con flores  (naturales) y rezos,  y saliendo con Ella a las calles y al mar, alimentamos su devoción y la  religiosidad  de nuestro Pueblo.  María, como la primera discípula y la gran misionera como la presenta Aparecida,  nos acompaña y nos llama a ser testigos vivos de Jesucristo”.

También, agradeció a todos los grupos pastorales, en especial, a los aspirantes al Diaconado, que han colaborado en pregonar la devoción de Santiago Apóstol, Patrón Principal  de la Diócesis y cuyo Santuario será construido en los terrenos de la Parroquia María, Madre del Redentor, en el Barrio  Pitahaya, de  Luquillo.  “También, agradezco a los que se han lanzado a las calles  en las Caminatas de Santiago.  Realmente, han dado testimonio de ser discípulos misioneros con valentía y en total sintonía con la convocatoria diocesana de la  Diócesis de El Yunque, que nos pide nuevas expresiones para vivir nuestra fe y afirmar nuestra identidad católica.  Además, en estas Caminatas de Santiago, estamos  configurando las bases para establecer el Camino de Santiago de Puerto Rico.  Este  “Camino de Santiago en la Diócesis de El Yunque”,  se  convertirá en camino  de conversión y de evangelización que, como  el Camino del Viejo Continente, nos ayudará  a formar al pueblo misionero,  a hacer a la Iglesia  más viva y servidora  y será de gran impulso para  nuestro discipulado”, afirmó.


Monseñor Eusebio se dirigió en forma particular, al grupo de aspirantes a Diaconado y les dijo: “Estas Caminatas de Santiago,  harán de ustedes  diáconos caminantes misioneros y verdaderos testigos del servicio diaconal, al que Jesús les está llamando.  Esta experiencia suscitará en ustedes un Diaconado en sintonía con la  llamada misionera de esta Diócesis,  que los hará capaces de acoger y testificar a la Nueva Evangelización,  a la que nos llama  hoy la Iglesia Católica en el mundo entero”.

Luego, el  Obispo,  mencionó algunos de los trabajos pastorales que se han realizado,  a la luz de la promulgación del Plan Diocesano, y  resaltando la invitación  al “Encuentro de Jesucristo”.  Esta primera fase ha sido clave para entender el anuncio del Kerigma, es decir, el anuncio y aceptación  de Jesucristo,  a través de la fe (Rom. 10,14).  Es la primera experiencia de encuentro con el Maestro y   Señor de la Vida,  para  descubrir su propuesta de salvación y de vida nueva.  La Escuela Diocesana de Formación La Barca, Las tres Misiones de la Diócesis (Fajardo, Humacao y Loíza),  el Programa Catecumenal de RICA, estos y otras acciones, han servido para impulsar, revivir  y alimentar esta primera experiencia de encuentro con Jesús. 

Uno de los momentos más elocuente y profundo, fue,  cuando el Obispo subrayó la necesidad que existe de hacerse sentir como cristianos en nuestra sociedad: “¿Cómo permanecer indiferentes ante tanta muerte violenta y sin sentido  en el País,  indiferentes ante tantos matrimonios disfuncionales y cantidad de familias que viven sin amor, sin fe ni esperanzas en nuestro Puerto Rico?  Nuestros niños y jóvenes son proyectos de Dios, proyectos de vida, y somos responsables de su desarrollo, de su realización cristiana.  Tenemos que proveer los medios para su felicidad y seguridad como personas e hijos de Dios.  También, nuestros ancianos, muchos de ellos trasmisores y testigos de nuestra fe, requieren ahora de nuestras atenciones y servicios. Algunos no pueden llegan al Templo por enfermedades, transportación o porque dependen de otros.  El Encuentro con Jesús,  seguido de la Conversión, debe ponernos, cada vez más,  en comunión y servicio con  los niños,  los jóvenes, la familia y  con nuestros viejos.   Esas pastorales deben ir  organizándose con  mayor fuerza en cada una de  nuestras parroquias”.

También, en su Homilía, Monseñor Eusebio,  invitó a todos los presentes a acoger y revivir la llamada bautismal de ser “luz del  mundo y levadura  de la masa”.  “Si no es así,  ¿para qué sirve nuestra fe?   ¿Cómo vamos a ser y a hacer la Iglesia?  Recuerden el cuestionamiento paulino. Ciertamente, somos de barro, pero se nos ha confiado un gran tesoro: la configuración con  Cristo Vivo, por la fe y por su gracia.  Nuestra tarea es  la evangelización del mundo y la configuración del Pueblo de Dios en Jesucristo.   El Reino de Dios, como lo fue para Jesús, es nuestra gran encomienda. Cuando ocurren más de veinte  muertes violentas en un fin de semana, Dios no está reinando y nuestro testimonio de fe y de vida no se siente.  Cuando niños  jóvenes sufren las consecuencias de balas perdidas o son las víctimas inocentes de los corazones violentos, no puede haber cristianos que duerman en paz ni comunidades que, verdaderamente, se sientan iglesias. Cuando una anciana es tiroteada, indiscriminadamente, no puede haber líder que se llame  cristiano, que no se indigne ni tampoco cristianos que permanezcan indiferentes”.

Culminó, enfatizando: “Es tiempo de levantarnos de nuestras perezas  y  de apoderarnos de  las calles,  con las banderas  del amor y de la paz. Hay muchos corazones llenos de egoísmo y  de violencia a nuestro alrededor. Hay muchas mentes enfermas y desequilibradas que están actuando sin control en las calles y que, fácilmente, pueden convertirnos en  un número más en las estadísticas del País”.   Finalmente, recordaba a todos que,  “la Catequesis, es tarea de todos y todos debemos de colaborar para transformar esta realidad social, inmersa en  esta debacle moral y espiritual.   Por eso,  invito a todos los feligreses a unirse a los Catequistas, para no esperar simplemente,  que, los niños y los jóvenes vengan a nosotros.   En esta diócesis misionera, eso no basta ni es suficiente.  Tenemos que prepararnos como comunidades eclesiales  para organizar y coordinar la Catequesis, de tal forma, que lleguemos  a todos nuestros niños,  en disposición y actitud misionera: buscándole, acogiéndole, llegando a sus hogares y entrando en comunicación personal  con sus padres y responsables”.

Antes de la bendición final, Monseñor Eusebio,  hizo entrega a cada Parroquia de un  Cáliz  para iniciar en la Diócesis una Campaña de Oración por las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas.  “Hoy entronizamos este signo del Cáliz  en las Comunidades Parroquiales de  la Diócesis,  a través de la familia,  para orar especialmente por las vocaciones.  Este Cáliz  Vocacional estará pasando de familia en familia, que orarán por esta petición especial, pidiendo al Señor que “envíe obreros para su mies”, resaltó.

Familia Tirado-Brito juntoa Mons. Eusebio
La Familia Tirado-Brito, quienes recibieron el Cáliz Vocacional a nombre de la Parroquia María, Reina de la Paz, en Humacao,  y que ya están  haciendo la experiencia de Oración Vocacional,  compartieron con los presentes su testimonio:  “Le doy gracias a Dios por este Cáliz Vocacional en nuestra familia.  Este  Cáliz no es una copa más, pues, nos habla de la  Alianza de entrega de  nuestro Señor. Esta experiencia se convirtió en encuentro de  comunión entre nosotros.  Hemos visto las bendiciones que Dios nos ha otorgado.  Ver  a mi esposo orar y rezar el Santo Rosario, junto a nuestros hijos, es una gran bendición”.

Al finalizar la Santa Misa, Monseñor Eusebio, culminó diciendo; “Cruzarnos de brazos y de indiferencia ante la dura  realidad que vivimos, nos convierte en cómplices.  Los cristianos no podemos ser cómplices de la injusticia y del egoísmo.   Busquemos a Jesús  y hagamos la experiencia de encuentro y convirtámonos, de verdad,  en sus discípulos en este Puerto Rico, violento y trastocado en sus valores y en su  identidad  cristiana.   Con Santiago y con María, acojamos la gran encomienda de testimoniar la fe y  de vivir el amor de los discípulos misioneros”.   ¡Adelante, Discípulos-Misioneros!

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