Humacao, sábado 26 de mayo de 2012
Por: José A. Velázquez
Para celebrar el Cuarto
Aniversario de la Diócesis de Fajardo-Humacao, la Comisión Diocesana de la Pastoral Juvenil, organizó un
“Pentecostés Juvenil”, a petición del Obispo, Mons. Eusebio Ramos Morales. Este se llevó a cabo en el
Atrio de la Concatedral Dulce Nombre de Jesús en Humacao, el
sábado, 26 de mayo de 2012. Cerca
de 150 jóvenes, junto a sus padres, asesores y miembros
de la Comunidad Concatedralicia, participaron de esta celebración.
Los jóvenes estuvieron acompañados por el Vicario de Pastoral Juvenil,
Padre Ramón M. Villamor, el Rvdo.
P. Floyd Mercado Vidro (Rector de
la Concatedral), el Rvdo, P. Ángel M. Maldonado y el Coordinador Diocesano
de los Jóvenes, Roger Carrasco.
Allí los jóvenes fueron animados con diversas dinámicas, bailes
y reflexiones. Un repertorio
musical exaltaba las alabanzas al
Señor, dirigidos por el Ministerio de Música “Coabey” (Tierra Prometida) de
Villas de Loíza, Canóvanas. Entre la juventud, el Obispo, se deleitaba con las manifestaciones de fe y alegría, y las diversas expresiones de los talentos de los jóvenes.
Los jóvenes, Sherly Colo, Osvaldo J. Torres y Loubriel |
Durante la actividad, algunos líderes juveniles ofrecieron
catequesis sobre el Espíritu Santo y su manifestación de Pentecostés. Entre éstos, se destacaron los jóvenes, Osvaldo J.
Torres y la Srta. Shirley Colón, quienes hablaron a los
presentes sobre la importancia de vivir una vida orientada y encaminada por la presencia del Espíritu
Santo. Resaltaron, que, para ser verdaderos discípulos-misioneros, era importante conocer la acción
del Espíritu Santo en la Iglesia y dejarnos conducir por su presencia. Solo bajo la acción del Espíritu, podemos caminar hacia la
santidad, vivir en sintonía con la Palabra de Dios y ejercer el discipulado misionero en la fe, la esperanza y la
caridad. Unos de los momentos más llamativo fue el testimonio del joven Luis
Cordero, de la Parroquia María, Madre del Redentor, en Pitahaya, Luquillo. Éste, con su testimonio, dramatizó la experiencia de dolor y
sufrimiento que viven muchos jóvenes
todos los días en el País.
“Fueron muchos los momentos
difíciles que experimenté cuando abandone a mi
familia y comencé a vivir a mi capricho, sin disciplina y responsabilidad. Pero, llegó un momento en que me sentí
solo y abandonado. Decidí
regresar y encontré el amor y la comprensión de mis padres. En ese momento, mi
vida comenzó a cambiar y me di
cuenta que, todavía, tenía oportunidad. Me integré a la Iglesia, y allí, no habían jóvenes. Un día, el Padre Luis (P. Tony), me dijo: ‘te
necesito, hay que organizar la pastoral juvenil’. Aunque solo había
niños, acepté el llamado del Señor, de hacer algo bueno y darle sentido
a mi vida. Ahora comprendo, que,
en aquél momento, surgió en mí un joven,
discípulo-misionero”.
Presentación artistica de la Pastoral de Villas de Loíza |
Al comenzar la celebración de la
Liturgia Eucarística, Monseñor Eusebio, invitó a los jóvenes a vivir una noche
llena de la presencia del Espíritu Santo:
“Jóvenes, discípulos-misionero esta es su noche, noche donde los jóvenes
de la Diócesis de El Yunque se
reúnen para celebrar y vivir un Pentecostés Juvenil, para que, se renueve y se fortalezca la Iglesia de Cristo”. Invoquemos al Espíritu Santo con la Iglesia del mundo entero y Dios hará maravillas.
“Invoquemos al
Espíritu Santo en esta noche y pongamos nuestras vidas, nuestras familias y
comunidades, al País, bajo su
influjo salvífico y
sanador. El hombre y la mujer
solos, no puede levantarse del
odio, la violencia, el egoísmo y
la mentira. Pero no estamos
solos, porque, Dios ha derramado su Espíritu en
Pentecostés. Es cuestión de abrir los corazones al don del Espíritu de Dios para sanarnos y liberarnos de mentes, cuerpos y espíritus. Descubran jóvenes el proyecto de Dios en cada uno de
ustedes y respondan con generosidad al Espíritu Santo que está
en su interior”.
Así mismo, continuó señalando la necesidad de jóvenes en las Comunidades Parroquiales, pero transformados y recreados, para una
Diócesis Misionera. Les invitaba a
abrir los ojos para ver la realidad de tantas personas atrapadas en vicios y estilos de vidas, sin Dios y
marcados por la cultura de la muerte. También, reconoció el calvario de los jóvenes que viven en hogares rotos, donde el amor, el respeto y otros valores cristianos, iban
desapareciendo. En este sentido,
habló a los padres, asesores adultos y coordinadores juveniles, para que, con celo misionero y pastoral en la Diócesis de El Yunque, “acompañen, cuiden, guíen y formen a
nuestros muchachos”. Esta
atención y trabajo con nuestros
jóvenes es urgente y necesario en la realidad actual. También, la Pastoral Juvenil es una prioridad misionera, como lo establece nuestro Plan Diocesano de Pastoral, y hay
que responder a esta con generosidad y
sacrificio.
Terminó la
Homilía recordando a los Jóvenes, que,
el Espíritu Santo infundió su presencia viva en los discípulos,
liberándolos del miedo, el anonimato y la torpeza de entendimiento, para
lanzarlos a la realidad de las personas, las familias y la comunidad, y
convencidos de la propuesta salvífica y de vida de Jesucristo. Conscientes, también, de su fe y
su discipulado, fueron por todas partes anunciando el Evangelio y testificando
a Jesús y el Reino de Dios. Pues, “Jóvenes, es la hora de un Pentecostés
Juvenil. Invoquen al Espíritu
Santo y llénense de su presencia viva, para que, transformen sus vidas, sus personas, y salgan por los
caminos y calles a proclamar que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida”. Esa es la Buena Noticia que
necesitan y ansían miles de jóvenes
en nuestra sociedad.
Al finalizar, Monseñor Eusebio,
junto a los presbíteros, oró por todos los presentes, invocando al Espíritu
Santo y pidiendo que éste, les llenara de sabiduría, de paz y de
alegría para que pudieran dar testimonio vivo y coherente de su fe cristiana.
Que les diera un espíritu de valentía para afrontar los desafíos y retos
de esta sociedad, y que custodiara a nuestros jóvenes de la violencia rampante
en Puerto Rico. También, se oró por la restauración y la unidad de la familia; y por los niños, que sufren el maltrato
y abandono de los adultos. Uno de
los momentos álgidos en la Oración, fue cuando pidió a los jóvenes, llevar una vida misionera como testigos fieles de Jesús y
a no tener miedo para responder
con generosidad a la llamada vocacional
para la vida sacerdotal y
religiosa. Con esta Oración de sanación y alabanza, terminó la Primera Celebración de Pentecostés
Juvenil de la Diócesis de El Yunque.
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