martes, 29 de mayo de 2012








Humacao, sábado 26 de mayo de 2012
Por: José A. Velázquez



Para celebrar el Cuarto Aniversario de la Diócesis de Fajardo-Humacao, la Comisión Diocesana  de la Pastoral Juvenil, organizó un “Pentecostés Juvenil”, a petición del Obispo, Mons. Eusebio Ramos Morales.  Este se llevó  a cabo en  el Atrio de la Concatedral Dulce Nombre de Jesús  en Humacao,  el sábado, 26 de mayo de 2012.  Cerca de  150 jóvenes,  junto a sus padres, asesores y miembros de la Comunidad Concatedralicia, participaron de esta  celebración.  Los jóvenes estuvieron acompañados por el Vicario de Pastoral Juvenil, Padre Ramón M.  Villamor, el Rvdo. P. Floyd Mercado Vidro  (Rector de la Concatedral), el Rvdo, P. Ángel M. Maldonado y el Coordinador Diocesano de  los Jóvenes, Roger  Carrasco. 

Allí los jóvenes fueron  animados con diversas dinámicas, bailes y reflexiones.  Un repertorio musical  exaltaba las alabanzas al Señor, dirigidos por el Ministerio de Música “Coabey” (Tierra Prometida) de Villas de Loíza, Canóvanas. Entre la juventud, el Obispo,  se deleitaba  con las manifestaciones de fe y alegría,  y las  diversas expresiones  de los talentos de los jóvenes.

Los jóvenes, Sherly Colo, Osvaldo J. Torres y Loubriel 
Durante la actividad,  algunos líderes juveniles ofrecieron catequesis sobre el Espíritu Santo y su  manifestación de Pentecostés.   Entre éstos, se destacaron los jóvenes, Osvaldo J. Torres y la Srta. Shirley Colón, quienes  hablaron  a los presentes sobre la importancia de vivir una vida orientada y  encaminada por la presencia del Espíritu Santo. Resaltaron, que, para ser  verdaderos discípulos-misioneros, era importante conocer la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y dejarnos conducir por su  presencia.  Solo bajo la acción del Espíritu, podemos caminar hacia la santidad, vivir en sintonía con la Palabra de Dios y  ejercer el discipulado misionero en la fe, la esperanza y la caridad. Unos de los momentos más llamativo fue el testimonio del joven Luis Cordero, de la Parroquia María, Madre del Redentor, en Pitahaya, Luquillo.  Éste, con su testimonio,  dramatizó la experiencia de dolor y sufrimiento que viven muchos jóvenes  todos los días en el País.

Fueron muchos  los momentos difíciles  que  experimenté cuando abandone a mi familia y comencé a vivir a mi capricho, sin disciplina y responsabilidad.  Pero, llegó un momento en que me sentí solo y abandonado.   Decidí regresar y encontré el amor y la comprensión de mis padres. En ese momento, mi vida comenzó a cambiar y  me di cuenta que,  todavía,  tenía oportunidad.  Me integré a la Iglesia, y allí,  no habían jóvenes. Un día,  el Padre Luis (P. Tony), me dijo: ‘te necesito, hay que organizar la pastoral juvenil’.  Aunque solo había  niños, acepté el llamado del Señor, de hacer algo bueno y darle sentido a mi vida.  Ahora comprendo, que, en aquél  momento,  surgió en mí un joven, discípulo-misionero”.
Presentación artistica de la Pastoral de Villas de Loíza

Al comenzar la celebración de la Liturgia Eucarística, Monseñor Eusebio, invitó a los jóvenes a vivir una noche llena de la presencia del Espíritu Santo:  “Jóvenes, discípulos-misionero esta es su noche, noche donde los jóvenes de la Diócesis de El Yunque  se reúnen para celebrar y vivir un Pentecostés Juvenil, para que, se renueve  y se fortalezca la Iglesia de Cristo”.  Invoquemos al  Espíritu Santo con la Iglesia del mundo entero  y Dios hará maravillas.

Invoquemos al Espíritu Santo en esta noche y pongamos nuestras vidas, nuestras familias y comunidades, al País, bajo su  influjo salvífico  y sanador.  El hombre y la mujer solos,  no puede levantarse del odio, la violencia, el egoísmo y  la mentira.  Pero no estamos solos,  porque,  Dios ha derramado su Espíritu en Pentecostés.  Es cuestión de  abrir  los corazones al don del Espíritu de  Dios para  sanarnos y liberarnos de mentes, cuerpos  y espíritus.  Descubran jóvenes el proyecto de Dios en cada uno de ustedes   y respondan con  generosidad al Espíritu Santo que está en su interior”. 

Así mismo,  continuó señalando la necesidad  de jóvenes  en las Comunidades Parroquiales, pero  transformados y recreados, para una Diócesis Misionera.  Les invitaba a abrir los ojos para ver la realidad de tantas  personas atrapadas en vicios y estilos de vidas, sin Dios y marcados por la cultura de la muerte. También,  reconoció el calvario de los jóvenes  que viven  en hogares rotos, donde el amor, el respeto y  otros valores cristianos, iban desapareciendo.  En este sentido, habló a los padres, asesores adultos y coordinadores  juveniles, para que, con  celo misionero y pastoral  en la Diócesis de El Yunque, “acompañen, cuiden, guíen y formen a nuestros muchachos”.  Esta atención  y trabajo con nuestros jóvenes  es urgente y  necesario en la realidad  actual.  También, la Pastoral Juvenil  es una prioridad misionera,  como lo establece nuestro Plan Diocesano de Pastoral, y hay que responder a esta con generosidad y  sacrificio.

Terminó la Homilía recordando a los Jóvenes, que,  el Espíritu Santo infundió su presencia viva en los discípulos, liberándolos del miedo, el anonimato y la torpeza de entendimiento, para lanzarlos a la realidad de las personas, las familias y la comunidad, y convencidos de la propuesta salvífica y de vida de Jesucristo.   Conscientes, también, de su fe y su discipulado, fueron por todas partes anunciando el Evangelio y testificando a Jesús y el Reino de Dios.  Pues, “Jóvenes, es la hora de un Pentecostés Juvenil.  Invoquen al Espíritu Santo y llénense de su presencia viva, para que,  transformen sus vidas, sus personas, y salgan por los caminos y calles a proclamar que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida”.  Esa es la Buena Noticia que necesitan y ansían miles de jóvenes  en nuestra sociedad.

Al finalizar, Monseñor Eusebio, junto a los presbíteros, oró por todos los presentes, invocando al Espíritu Santo y  pidiendo que éste, les  llenara de sabiduría, de paz y de alegría para que pudieran  dar  testimonio vivo  y coherente  de su fe cristiana.  Que les diera un espíritu de valentía para afrontar los desafíos y retos de esta sociedad, y que custodiara a nuestros jóvenes de la violencia rampante en Puerto Rico. También, se oró  por la restauración y la unidad de la familia; y  por los niños,  que sufren  el maltrato y abandono de los adultos.  Uno de los momentos álgidos en la Oración, fue cuando pidió a los jóvenes,  llevar una vida misionera  como testigos fieles de Jesús  y  a no tener  miedo para responder con generosidad  a la llamada vocacional para la vida  sacerdotal y religiosa.  Con esta  Oración de sanación  y alabanza, terminó la  Primera Celebración de Pentecostés Juvenil de la Diócesis de El Yunque.

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