viernes, 7 de febrero de 2014

Octava Asamblea Nacional de la Infancia y la Preadolescencia Misionera

Octava  Asamblea Nacional de la Infancia
y la  Preadolescencia Misionera


Cancha Bajo Techocho de la Comunidad de Pitahaya en Luquillo.



Por: José Velázquez
Para el Visitante, Prensa Católica para la Paz

Luquillo - En la Cancha del Barrio Pitahaya, de  Luquillo,  el pasado domingo, 26 de enero,  se dieron cita cientos de niños, juntos, a sus padres, catequistas, líderes y religiosos que les acompañaron, para participar de la Octava Asamblea Nacional de la Infancia y la Preadolescencia Misionera. La Diócesis de Fajardo-Humacao, Diócesis de El Yunque, se convirtió en la Diócesis anfitriona y acogedora de esta  gran actividad, organizada por las Obras Misionales Pontificias.  Así, portando pancartas y banderines, alusivos a la actividad misionera y a distintas parroquias de  Puerto Rico, y  vistiendo camisetas con  colores alusivos a la Misión Continental, fueron llegando a esta magna concentración, donde, los principales protagonistas eran niños de todas las edades.

A esta gran fiesta de  fe y de alegría,  se unió  el Obispo de la Diócesis de El Yunque, Mons. Eusebio Ramos Morales, para acompañar y presidir la Eucaristía. También, se unieron al Obispo, el Rvdo. José Orlando Camacho Torres, C.S.Sp., Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias;  el Rvdo. P. Luis M. Ruiz, Vicario Cooperador de la Parroquia,  María, Madre del Redentor; el  Rvdo. P.  Jean J. Augustal, Administrador Parroquial de la Parroquia San José, ambas, de Luquillo. Además,  el Rvdo. P. Ramón Villamor, Vicario de Misiones de la Diócesi de El Yunque, también, participó en la asamblea.

En la actividad se destacó el trabajo del Rvdo. Diácono Luis Cordero, junto, a los equipos de pastorales y de voluntarios en estas parroquias misioneras, que, acogieron con alegría y esperanza la coordinación y organización de esta Octava Asamblea de la Infancia Misionera. Con el lema: “Puerto Rico, es la hora de evangelizar con alegría”,  se lanzaron a trabajar y a  establecer el programa misionero para disfrute de los niños y de los adultos, que les acompañaban. La Comunidad se desbordó en colaboración  y servicios, supliendo  a los presentes de  meriendas, agua  y refrigerios.  Previo a la Eucaristía, la algarabía y la risa contagiosa de los niños y acompañantes, se apoderó de este recinto comunitario,  lleno a capacidad, y motivada  con  dinámicas presentadas por el Payaso Popotito (Santos Andujar Quiñones) y su compañera, Lulin (Rosalín Colón Ortiz).

Monseñor Eusebio y el P. Orlando Camacho.
En este mismo espíritu de alegría, Monseñor Eusebio, inició la Santa Misa, saludando a los presentes y dándoles la bienvenida. "Bienvenidos  sean todos, especialmente,  ustedes niños, padres y  todos los que nos visitan, por primera vez,  en la Diócesis de El Yunque.  También, saludó a las religiosas,  a los catequistas y líderes que acompañaban a los niños, gestando el espíritu misionero con tanta alegría y afirmación cristiana.  Continuó el Obispo, señalando: "Nos encontramos en una Diócesis, llamada a fundarse y  convocada para ser Iglesia Misionera,  en el espíritu del discipulado misionero que nos propone Aparecida”,  provocando un sonoro aplauso.

Luego, durante la  Homilía, Monseñor Eusebio, agradeció los trabajos y esfuerzos  de las  Obras Misionales Pontificias, con sus diversos programas y actividades: la campaña del DOMUND, el "Verano Misionero" y la  "Infancia Misionera".  Extendió su agradecimiento a las dos parroquias de Luquillo, Parroquia San José y Parroquia María, Madre del Redentor, que actuaban como comunidades anfitrionas y acogedoras. También, reconoció la colaboración con la actividad y la presencia del Honorable Alcalde Jerry Márquez Rodríguez. Volviéndose a los presentes, dijo: "Este es el Puerto Rico que necesitamos construir, donde, los niños son  amados, respetados y tienen  su espacio para crecer en la fe  y afirmar sus valores cristianos.  También, esta  es la Iglesia, llena de vida y de esperanza, que tenemos que impulsar y trabajar, con nuestra acción misionera”, puntualizó.

Al dirigirse a los niños, el Obispo, les llamó a la participación activa en la Sagrada Eucaristía: "Vivan la Eucaristía con alegría y alimenten ese encuentro con Jesús, continuamente". Prosiguió, diciéndoles: "es un gran acierto haber escogido como lema para esta Gran Asamblea de la Infancia Misionera: Puerto Rico, es la hora de evangelizar con alegría, en sintonía con el mensaje del Papa Francisco", sostuvo. “Ustedes, queridos niños, se encuentran aquí y  están misionando.  Nos están evangelizando, trayendo la Buena Nueva de Jesús, con su presencia.  Pero,  Jesús, debe estar siempre  presente en sus vidas. A veces, hay que dejar a un lado los juegos electrónicos,  las computadoras, la televisión, y buscar tiempo para hablar con nuestros Padres,  ayudarles en las tareas de la casa y hacer las asignaciones de la escuela.   Siempre, hay que  ir a la Iglesia y compartir con la gran familia de fe.

Luego, dijo a los padres, catequistas y demás acompañantes: “Todos aquí necesitamos  alimentarnos de la transparencia, inocencia y alegría de nuestros niños”. Monseñor Eusebio,  resaltó  la ternura y pasión que tenia Jesús por los niños: ‘Dejen que niños vengan a mi’.   “Imitemos a Jesús y acojamos, con amor y respeto, a todos los niños en nuestras comunidades parroquiales.  Creemos espacios para ellos y dejemos que vivan su discipulado misionero”. El Obispo, les invitó, a continuar viviendo en la formación del discipulado misionero.  Ustedes contagian la  alegría y la  esperanza cristiana.  La razón de esa alegría y de esa esperanza es Cristo Jesús.  “Donde dos o más se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en  medio de ustedes”, subrayó el Obispo. “Qué Jesús, que les ama y les guía, siempre, esté en sus corazones”,  suscitando un fuerte aplauso de los niños para Jesús.

Antes de la bendición final, el Padre Orlando Camacho,  agradeció a  nombre de las Obras Misionales,  el apoyo de Monseñor Eusebio y su participación  en su proceso de formación presbiteral cuando, él, era Rector en el Seminario Pablo VI de  Naranjito. “Cada vez, que me encuentro con Monseñor Eusebio,  le agradezco por su apoyo y testimonio pastoral, que me ayudó a ser quién soy como sacerdote”.  También, agradeció a todo su equipo de trabajo y las parroquias de Luquillo, por una actividad tan bonita y de tanto  sentido para los  niños, que se iniciaban en  la tarea evangelizadora de la Iglesia. 
Finalizada la Eucaristía, los Niños, continuaron disfrutando de varias presentaciones artísticas,  por parte de los jóvenes de la Pastoral Juvenil de la Parroquia San José y de la Parroquia  María,  Madre del Redentor. También, contaron con la participación y animación del Ministerio de Música,  "Son de la Providencia". 
En un momento aparte, El P. Orlando, nos compartió,  que “esta actividad se organiza para ayudar a los miles de niños que sufren y mueren en el mundo entero.  Con las colectas de alcancías de grupos  parroquiales de niños en   la Catequesis y de los Colegios Católicos y  que  se recogen  con  esta actividad, se busca responder a esta finalidad. Resaltó la llamada misionera de Aparecida y el  dinamismo que debe desarrollarse en el Pueblo Santo de Dios, partiendo desde la infancia y, concretamente,  en la familia. “Todo matrimonio, toda familia, debe impulsar este dinamismo misionero. Nosotros, los adultos,  tenemos que desarrollarla, dándole espacio también a los  niños y jóvenes, para que puedan vivir y crecer en el discipulado misionero”. 

Destacó, que, la Infancia Misionera tiene el ejemplo de la Infancia de Jesús,  con  su  misión y su tarea. Jesús, desde su niñez, buscó responder a Dios Padre. Así, lo expresó cuando respondió a su Madre, la Virgen María: ¿No sabías que yo debo atender a las cosas de mi Padre?, (Lc. 2, 34).  Pues, la Obra Misionera de la  Santa Infancia, busca  animar y entusiasmar a los más pequeños con celebraciones, talleres, dinámicas, para que,  en sus corazones,  comiencen a vivir esas experiencias y comprendan, que,  el amor de Dios es universal”, puntualizó.       


De izq. a der. Ingrid Berríos, P. Orlando Camacho y Roberto Rivera./
Para la  familia, de Roberto Rivera e Ingrid Berríos, y su hija Gabriela, la experiencia de participar en la pastoral de la Infancia Misionera ha sido un despertar en su vida de fe. “Gabriela fue el instrumento que Dios utilizó para acercarnos más a Él, un ejemplo que toca nuestras vidas, a raíz de una inquietud de ella misma. Simplemente, se nos acercó y nos preguntó, ¿por qué no podemos ir como familia a la Iglesia? Ambos,  entramos  en un proceso de reflexión y discernimiento personal, descubriendo la necesidad que había  de acercarnos más a Dios. Fue como una luz, que nos iluminó y dio fruto.  Esa inquietud  nació en Gabriela, y ahora,  nosotros la acompañamos en su formación de fe y formación eclesial”, culminó. ¡Qué vivan los niños de la Infancia Misionera!

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