Octava Asamblea Nacional de la Infancia
y la Preadolescencia Misionera
| Cancha Bajo Techocho de la Comunidad de Pitahaya en Luquillo. |
Por: José Velázquez
Para el Visitante, Prensa Católica para la Paz
Luquillo - En la Cancha del Barrio
Pitahaya, de Luquillo, el pasado domingo, 26 de enero, se dieron cita cientos de niños, juntos, a
sus padres, catequistas, líderes y religiosos que les acompañaron, para
participar de la Octava Asamblea Nacional de la Infancia y la Preadolescencia
Misionera. La Diócesis de Fajardo-Humacao, Diócesis de El Yunque, se convirtió
en la Diócesis anfitriona y acogedora de esta
gran actividad, organizada por las Obras Misionales Pontificias. Así, portando pancartas y banderines,
alusivos a la actividad misionera y a distintas parroquias de Puerto Rico, y vistiendo camisetas con colores alusivos a la Misión Continental, fueron
llegando a esta magna concentración, donde, los principales protagonistas eran
niños de todas las edades.
A esta gran fiesta de fe y de alegría, se unió el Obispo de la Diócesis de El Yunque, Mons.
Eusebio Ramos Morales, para acompañar y presidir la Eucaristía. También, se
unieron al Obispo, el Rvdo. José Orlando Camacho Torres, C.S.Sp., Director
Nacional de las Obras Misionales Pontificias; el Rvdo. P. Luis M. Ruiz, Vicario Cooperador de
la Parroquia, María, Madre del Redentor;
el Rvdo. P. Jean J. Augustal, Administrador Parroquial de
la Parroquia San José, ambas, de Luquillo. Además, el Rvdo. P. Ramón Villamor, Vicario de Misiones
de la Diócesi de El Yunque, también, participó en la asamblea.
En la actividad se destacó
el trabajo del Rvdo. Diácono Luis Cordero, junto, a los equipos de pastorales y
de voluntarios en estas parroquias misioneras, que, acogieron con alegría y
esperanza la coordinación y organización de esta Octava Asamblea de la Infancia
Misionera. Con el lema: “Puerto Rico, es la
hora de evangelizar con alegría”, se
lanzaron a trabajar y a establecer el programa
misionero para disfrute de los niños y de los adultos, que les acompañaban. La
Comunidad se desbordó en colaboración y
servicios, supliendo a los presentes de meriendas, agua y refrigerios.
Previo a la Eucaristía, la algarabía y la risa contagiosa de los niños y
acompañantes, se apoderó de este recinto comunitario, lleno a capacidad, y motivada con dinámicas presentadas por el Payaso Popotito
(Santos Andujar Quiñones) y su compañera, Lulin (Rosalín Colón Ortiz).
| Monseñor Eusebio y el P. Orlando Camacho. |
En este mismo espíritu de
alegría, Monseñor Eusebio, inició la Santa Misa, saludando a los presentes y
dándoles la bienvenida. "Bienvenidos sean todos, especialmente, ustedes niños, padres y todos los que nos visitan, por primera vez, en la Diócesis de El Yunque. También, saludó a las religiosas, a los catequistas y líderes que acompañaban a
los niños, gestando el espíritu misionero con tanta alegría y afirmación
cristiana. Continuó el Obispo,
señalando: "Nos encontramos en una Diócesis, llamada a fundarse y convocada para ser Iglesia Misionera, en el espíritu del discipulado misionero que
nos propone Aparecida”, provocando un
sonoro aplauso.
Luego, durante la Homilía, Monseñor Eusebio, agradeció los
trabajos y esfuerzos de las Obras Misionales Pontificias, con sus diversos
programas y actividades: la campaña del DOMUND, el "Verano Misionero"
y la "Infancia Misionera". Extendió su agradecimiento a las dos
parroquias de Luquillo, Parroquia San José y Parroquia María, Madre del
Redentor, que actuaban como comunidades anfitrionas y acogedoras. También,
reconoció la colaboración con la actividad y la presencia del Honorable Alcalde
Jerry Márquez Rodríguez. Volviéndose a los presentes, dijo: "Este es el
Puerto Rico que necesitamos construir, donde, los niños son amados, respetados y tienen su espacio para crecer en la fe y afirmar sus valores cristianos. También, esta
es la Iglesia, llena de vida y de esperanza, que tenemos que impulsar y
trabajar, con nuestra acción misionera”, puntualizó.
Al dirigirse a los niños, el
Obispo, les llamó a la participación activa en la Sagrada Eucaristía: "Vivan
la Eucaristía con alegría y alimenten ese encuentro con Jesús, continuamente".
Prosiguió, diciéndoles: "es un gran acierto haber escogido como lema para
esta Gran Asamblea de la Infancia Misionera: Puerto Rico, es la hora de evangelizar con alegría, en sintonía con
el mensaje del Papa Francisco", sostuvo. “Ustedes, queridos niños, se
encuentran aquí y están misionando. Nos están evangelizando, trayendo la Buena
Nueva de Jesús, con su presencia. Pero, Jesús, debe estar siempre presente en sus vidas. A veces, hay que dejar
a un lado los juegos electrónicos, las
computadoras, la televisión, y buscar tiempo para hablar con nuestros
Padres, ayudarles en las tareas de la
casa y hacer las asignaciones de la escuela. Siempre, hay que ir a la Iglesia y compartir con la gran
familia de fe.
Luego, dijo a los padres,
catequistas y demás acompañantes: “Todos aquí necesitamos alimentarnos de la transparencia, inocencia y
alegría de nuestros niños”. Monseñor Eusebio,
resaltó la ternura y pasión que
tenia Jesús por los niños: ‘Dejen que niños vengan a mi’. “Imitemos a Jesús y acojamos, con amor y
respeto, a todos los niños en nuestras comunidades parroquiales. Creemos espacios para ellos y dejemos que
vivan su discipulado misionero”. El Obispo, les invitó, a continuar viviendo en
la formación del discipulado misionero.
Ustedes contagian la alegría y
la esperanza cristiana. La razón de esa alegría y de esa esperanza es
Cristo Jesús. “Donde dos o más se reúnen
en mi nombre, ahí estoy yo en medio de
ustedes”, subrayó el Obispo. “Qué Jesús, que les ama y les guía, siempre, esté
en sus corazones”, suscitando un fuerte
aplauso de los niños para Jesús.
Antes de la bendición final,
el Padre Orlando Camacho, agradeció a nombre de las Obras Misionales, el apoyo de Monseñor Eusebio y su
participación en su proceso de formación
presbiteral cuando, él, era Rector en el Seminario Pablo VI de Naranjito. “Cada vez, que me encuentro con
Monseñor Eusebio, le agradezco por su
apoyo y testimonio pastoral, que me ayudó a ser quién soy como sacerdote”. También, agradeció a todo su equipo de trabajo
y las parroquias de Luquillo, por una actividad tan bonita y de tanto sentido para los niños, que se iniciaban en la tarea evangelizadora de la Iglesia.
Finalizada la Eucaristía,
los Niños, continuaron disfrutando de varias presentaciones artísticas, por parte de los jóvenes de la Pastoral
Juvenil de la Parroquia San José y de la Parroquia María, Madre del Redentor. También, contaron con la
participación y animación del Ministerio de Música, "Son de la Providencia".
En un momento aparte, El P.
Orlando, nos compartió, que “esta
actividad se organiza para ayudar a los miles de niños que sufren y mueren en
el mundo entero. Con las colectas de
alcancías de grupos parroquiales de
niños en la Catequesis y de los Colegios Católicos y que se
recogen con esta actividad, se busca responder a esta
finalidad. Resaltó la llamada misionera de Aparecida y el dinamismo que debe desarrollarse en el Pueblo
Santo de Dios, partiendo desde la infancia y, concretamente, en la familia. “Todo matrimonio, toda familia,
debe impulsar este dinamismo misionero. Nosotros, los adultos, tenemos que desarrollarla, dándole espacio
también a los niños y jóvenes, para que
puedan vivir y crecer en el discipulado misionero”.
Destacó, que, la Infancia
Misionera tiene el ejemplo de la Infancia de Jesús, con su
misión y su tarea. Jesús, desde su niñez, buscó responder a Dios Padre.
Así, lo expresó cuando respondió a su Madre, la Virgen María: ¿No sabías que yo debo atender a las cosas
de mi Padre?, (Lc. 2, 34). Pues, la
Obra Misionera de la Santa Infancia, busca
animar y entusiasmar a los más pequeños
con celebraciones, talleres, dinámicas, para que, en sus corazones, comiencen a vivir esas experiencias y comprendan,
que, el amor de Dios es universal”,
puntualizó.
| De izq. a der. Ingrid Berríos, P. Orlando Camacho y Roberto Rivera./ |
Para la familia, de Roberto Rivera e Ingrid Berríos, y
su hija Gabriela, la experiencia de participar en la pastoral de la Infancia
Misionera ha sido un despertar en su vida de fe. “Gabriela fue el instrumento que Dios
utilizó para acercarnos más a Él, un ejemplo que toca nuestras vidas, a raíz de
una inquietud de ella misma. Simplemente, se nos acercó y nos preguntó, ¿por qué
no podemos ir como familia a la Iglesia? Ambos, entramos en un proceso de reflexión y discernimiento
personal, descubriendo la necesidad que había de acercarnos más a Dios. Fue como una luz,
que nos iluminó y dio fruto. Esa
inquietud nació en Gabriela, y ahora, nosotros la acompañamos en su formación de fe
y formación eclesial”, culminó. ¡Qué vivan los niños de la Infancia Misionera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario