AGRADECIMIENTO CON MOTIVO
DEL VI ENCUENTRO DE CONFINADOS
Presidente Comisión Nacional
de la Pastoral Católica Penitenciaria
Fajardo, 20 de mayo de 2012
La experiencia del Encuentro
Nacional de Confinados, realizada
el pasado sábado, 5 de mayo, se
convirtió en un acontecimiento repleto de fe, alegría y
esperanza. Lograr reunir de los distintos Centros Penitenciarios
del País en un encuentro fraterno
y solidario a 177 confinados, 175 guardias custodios con
sus respectivos supervisores y a más 100 agentes de la Pastoral Penitenciaria
Católica, requiere un momento
de reflexión y de agradecimiento. Aunque este Semanario Católico le dio amplia
cobertura en la pasada edición,
aún así, deseo recalcar la importancia y el significado de este
VI Encuentro Nacional de Confinados.
Primero, deseo dirigirme a los
que Confinados que constituyen la verdadera razón de esta Pastoral
Católica. La fe, la esperanza, la
alegría y la formación recibidas, deben arraigar en ustedes la confianza y el
convencimiento de que rehabilitarnos, sí es posible. Sí,
querido Hermano Confinado, es posible cómo te testificaron allí, Anita Navarro y José Tirado, que
viviendo tu propia experiencia de dolor y amargura, supieron ponerse de pie y desde su interior,
tomar la decisión que cambiaría sus vidas para siempre. Sí es posible,
descubriendo la misericordia de Dios y el amor sanador y liberador de Cristo
Resucitado. Es la experiencia del hijo pródigo: “me levantaré y volveré a la casa de mi Padre”, Lc 15, 18. Pero ese camino a la libertad
y a la vida, comienza en tu
interior, sanado y liberando tu mente y tu corazón. Gracias a Anita y a José por su valentía y el testimonio dramático que nos presentaron. Gracias
a Minerva Maldonado y Ana E. González, quienes
hablándoles con el corazón,
sembraron las semillas de la esperanza, la paz y la alegría en esos 177 confinados. Gracias a los Ministerios de Música de Lino Bonilla y de Juan Galafá, y sus diversos
acompañantes, que llevaron al Encuentro su arte, su testimonio de fe y su alegría
contagiosa.
Ustedes fueron testigos del
ambiente de alegría y de fraternidad que allí compartimos. No dejen perder esta
esperanza que brotó en sus
corazones el sábado, 5 de
mayo. Aliméntenla con la Palabra de Dios, con los Sacramentos y participando de las Catequesis que les llevan a los distintos Centros los
hermanos de la Pastoral Penitenciaria. Por eso, junto a los Confinados, dirijo
unas palabras a los Agentes y Voluntarios
de la Pastoral Penitenciaria Católica. A pesar de los sacrificios y “protocolos”, por los que
tenemos que pasar para realizar este ministerio, podemos hacer maravillas y
generar espacios de vida, de amor y de esperanza. Recordemos que nos mueve el Espíritu de Jesús
Resucitado. Es Él quien nos llama
y nos fortalece con su amor y su sabiduría, para que, sigamos “lavando los
pies unos a otros” (cf Jn13, 14, “para
que le visitemos y le descubramos en cada hermano nuestro confinado” (cf Mt
25, 36).
Somos pocos los voluntarios católicos para una población penal de 11,660 confinados. Apenas,
llegamos a 300 voluntarios católicos. Por eso, el trabajo de los
voluntarios y capellanes es “titánico”, pero, con un testimonio coherente y audaz del amor de Jesús en los confinados, como se pudo constatar en este Encuentro. Tenemos que reconocer el trabajo del Director de esta Pastoral en la Comisión Nacional, Rvdo. Padre Elving
Irrizarry Román, que mes tras mes,
coordina los esfuerzos y actividades para este trabajo con la red de
capellanes y voluntarios. De la misma forma, es encomiable el trabajo del Capellán General Católico, Rvdo.
Diácono José Manuel Sánchez Márquez, delegado de la Conferencia Episcopal
dentro del Sistema y empleado del DCR. Junto a la Comisión Nacional
Católica de la Pastoral Penitenciaria, hay cantidad de recursos de
apoyo, ministerios, comunidades parroquiales y diversas entidades que nos brindan sus servicios. En este encuentro en Dorado, fueron evidentes estos
servicios: en la preparación previa, la acogida, los
detalles a los Confinados e invitados, el servicio en las meriendas y el almuerzo.
A toda esta red de capellanes y voluntarios, ¡Gracias! Que la experiencia vivida en este VI Encuentro,
celebrado en el Santuario del Espíritu
Santo en Dorado, de los Padres
Misioneros del Espíritu Santo, nos
sirva a todos para afirmarnos más
en este apostolado, creciendo en lo que
tenemos que crecer, superado nuestras debilidades y trabajando con pasión para buscar una mejor
organización y efectividad.
Recordemos que, en un sistema penitenciario, siempre encontraremos
escollos y problemas. De ahí, la
necesidad de nuestra formación, espiritualidad y coordinación. ¡Adelante! El
trabajo es mucho, pero, remamos “mar
adentro” en la Barca de Jesús.
Cuando escuchamos sus Palabras
y hacemos lo que Él nos dice, “la
pesca es abundante”, como pudimos apreciar en este VI Encuentro de
Confinados. Y a nuestra Gente
Católica en todo el País, necesitamos
más voluntarios, especialmente, donde están los grandes Centros Carcelarios en
Puerto Rico: Ponce, Bayamón, Humacao, Río Grande y
Guayama.
También, deseo agradecer al Secretario del Departamento de Corrección y
Rehabilitación, Honorable Jesús González, quien acogió esta experiencia con
profesionalidad, conciencia y corazón. Sin obstáculos ni excusas, dispuso los medios necesarios para que, el VI
Encuentro de Confinados de la Pastoral
Penitenciaria Católica, se
pudiera llevar a cabo en diálogo y colaboración con los diversos capellanes y
voluntarios de los diversas Cárceles del País. Con él, agradecemos a los Oficiales Custodios y Supervisores, que dieron
testimonio de servicio y
colaboración. Conocemos de los
problemas que hay en este
Departamento. Por eso, expresamos
nuestro apoyo al Honorable Jesús González por el excelente trabajo que
está realizando y a los buenos
empleados y servidores del Departamento,
que constituyen la inmensa
mayoría. La participación de éstos en este Encuentro fue, también, un trabajo
excelente.
Finalmente, invito a nuestras
Comunidades Parroquiales a darle el valor y el reconocimiento que esta Pastoral
con los Confinados, requiere. Su
colaboración, oración y participación son, sumamente,
necesarias. Todos
tenemos en esta Pastoral una gran
oportunidad de opción evangélica por los más necesitados. Hay una inmensa mayoría de jóvenes en
nuestras Cárceles. Jóvenes y
adultos confinados, aumentando cada día,
nos muestran los graves problemas de moral, de espiritualidad, de
existencia social y humana, que tiene la sociedad puertorriqueña. El discipulado misionero, proclamado en
Aparecida, nos invita a
“relanzarnos” como bautizados. Ha
llegado la Hora de la Misión Discipular, de salir de la fe dormida y acomodada, para “abrazar” al que sufre, al enfermo, al
desnudo y a los pobres, que
abundan en nuestra sociedad puertorriqueña. Este fue el camino de
Jesucristo. Tiene que ser,
también, nuestro camino como discípulos misioneros. ¡Adelante, sin miedos, rememos “Mar adentro”! ¡Que Dios les bendiga!
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